Sombras de un recuerdo
cautivada. Ahora con treinta y cinco, al mirar hacia atras, me doy cuenta de lo ingenua que era. Tal vez fueron las hormonas o la inocencia de la edad, pero lo cierto es que me ena
bra que intercambiamos aquella vez seguía grabada en mi mente, como una película que no de
staba creer que estaba a solo unos días de volver a encontrarme con él. Por fin, después de ocho largas horas en el coche, solo podía pensar en una cosa: esa sonrisa que se había quedado grabada en mi mente. No imaginaba que aquel verano sería el mejor de mi vida... El verano en el que daría mi primer beso. Todavía tengo gr
daron a unos centímetros de distancia. Apenas podía respirar, la vergüenza me impedía sostenerte la mirada. Sentí tu frente rozando la mía, y entonces, finalmente, sucedió: el beso que tanto había esperado. Fue como si todo el a
s años pasaron, uno tras otro, y aunque hubo otras relaciones en mi vida, no podía olvidarte. Siempre estabas ahí, en mi mente. Incluso cuando supe q
s de catorce años, nos encontramos de nuevo. Tú estabas solo; yo iba acompañada por Edgar, m