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El amanecer de su amante, mi piso frío

Capítulo 5 

Palabras:1827    |    Actualizado en: 26/11/2025

a Ca

n vacía, una risa amarga escapando de mis

mis sospechas y hundiendo más profundo el cuchillo de la humillación. Damián era su fuerza, sie

na víctima. Canalizaría cada onza de mi energía en lo que realmente importaba: mi carrera. Mi nuevo despacho de

i pasión, largamente dormida bajo el peso de mi sofocante matrimonio, se reavivó con una llama incandescente. Conseguí un contrato importante para

inando por el vestíbulo de un hotel de lujo, con un brío renovado. Acababa de cerrar

re. Y a su lado, enfrascado en una conversación, estaba Damián. Su cabeza estaba inclinada hacia ella, una rara y gentil sonrisa jugando en sus l

a voz en mi cabeza, un eco doloroso de la

arse en una máscara cuidadosamente construida de sorpresa y un toque de angustia ino

ada por una mirada fría e indescifrable. Se puso de pie, su

do brillante-. Damián me estaba contando sobre su nuevo proyecto. Suena absolutamente fascinante. Es

e cine -intervino Damián, su voz plana, cortando los velados elogi

comprensivo. Realmente es mi roca. -Se volvió hacia mí, su sonrisa enfermizamente dulce-. ¿Te gustaría unirte a n

oca en que Damián compartía cada detalle de sus proyectos conmigo, sus ojos iluminados de emoción. Esas conversaciones habían sido

ntra el repentino dolor en mi pecho-. Acabo de terminar una negoc

etorcía en nudos, y el único

on, un toque de algo indesci

mpresionante. Quizás debe

un sutil desafío, una pre

triunfos profesionales con él, bajo la atenta mirada de Cristina, se sentía como desnuda

iendo la tensi

obarla. Damián siempre pide la pasta con trufas. Es su f

iel, un lugar que servía la pasta con trufas más exquisita. Se había convertido en nuestro secreto, nuestro plato. Me había dicho enton

desastres emocionales inminentes, se materializó a n

cia! ¿Van a cenar? -Miró a Crist

turo -dijo Damián, su voz co

-replicó Cristina dulcemente, su mano buscando de nue

un endurecimiento casi imp

mpromisos, Cristina.

eron un despido

salvándola de la incomodidad de mi presencia

z apenas un susurro-. T

de esta jaula dorada, de despojarme de la piel d

rmuradas, sintiéndome como un fantasma invisible. Encontré un rincón tranquilo cerca de la sali

í corriendo del hotel, tomé un taxi y me dirigí a toda velocidad ha

a Brenda en una habitación privada, pálida pero desafiante, su braz

una leve sonrisa en sus labios-. Le dije

califica como grave, Brenda -repliqué, tratando de

sus

n el caso Torres. Un pequeño «fallo» del coche

irable, pero su pal

rdad? -pregunté, mi

. Aunque parece que mi recuperación tardará un poco más.

la habitación del hotel, la cama compartida,

ner la fachada, públicamente, hasta que la fusión esté completa y la cena de la fun

Brenda se en

, más difícil será irse. Créeme, he visto suficientes divorcios desord

se de mí-. Pero tengo que proteger los inter

a vez -murmuró Brenda, claramente no conv

amistad inquebrantable. Cuando finalmente regresé a mi apartamento temporal, era ta

ndo por la soledad y la paz de la sala de estar. Damián no estaba en casa, un hecho que trajo una extr

dades de mi vida pública. Aquí era libre, aunque solo fuera por un

o de la Vega. «Elisa, confío en que te estés preparando para la reunión familiar de mañana por la mañana.

. Me levanté de la cama, dirigiéndome a la ducha. Mientras me preparaba, Damián entró, su exp

ecorriendo mi vesti

reguntó, su voz teñida

zón se

lgún pr

tradicional. Estás representando a la familia Cantú, después de todo, y todavía eres la señora

vestido era perfectamente apr

ablando? Está pe

ándose una mano

a familia. El abuelo aprecia la tradición. -Se giró para irse, luego se detuvo en la puerta. Me miró de nuevo, su exp

los, brilló en sus ojos antes de

a reclamar mi identidad demasiado pronto? La idea de que secretamente pudiera importarle mi apariencia, lo que su abuelo pensaba de nosotros, d

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