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Roto en el Altar, Renacido Más Fuerte

Roto en el Altar, Renacido Más Fuerte

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1518    |    Actualizado en: 05/12/2025

anunció mi prometido en el altar, abandonán

e iba tras él. Cuando me corté la muñeca, sumida e

a, Ángela. Es asqueros

ga de renombre mundial. Cuando su hijo colapsó por una

e una bofetada y mi ex prometido me pateó en las co

vida de todos modos, colapsando de dolor mien

ópata! -exigió mi ex,

para esposarlo a él, justo cuando un

gundos para alej

ítu

sta de Ánge

una mortaja asfixiante mientras estaba parada en el altar, viendo al hombre

n una cámara de eco silenciosa, amplificando el sonido de mi propio corazón haciéndose pedaz

. Le pasó un brazo por los hombros, atrayéndola hacia sí, un gesto de consuelo que debería haberme ofrecido a mí. E

aramente a través del silencio ató

nó. El aire aband

ndose más fuertes. Byron le acarició el cab

cesita. Fue abu

a? ¿Aquí? ¿Ahora? Mi mente corría, tratando de captar el h

Esto es mi culpa. Y ahora

solemne, una carga pesada que es

o. Un niño concebido en una pesadilla,

n más cerca, como para protegerla de

asarme con Christin. Para

justo, inq

a parodia cruel de los votos que debíamos intercambiar. Habla

suavizándose, pero se sentía co

un año. Me divorciaré. Ent

i me pidiera que esperara una mesa en

ad, corrió hacia adelante, con

s diciendo? ¡Ánge

una mano, s

o que teng

observaban, congelados. Toda mi vida, cada sueño, cada p

año. Por un hombre que me abandonaría en el altar, reclam

rdadera. Guárdalo con tu vida". Se refería al amor real, no a esta burla tóxica. Había muerto hacía un añ

a señalar nuestra unión, se sentía como una marcha fúnebre. Mi mano tembla

ecesidad desesperada de él, de su amor, del amor que pensé que compartíamos, me consumió. Neces

as que había usado para abrir nuestras invitaciones de boda. Yacía olvidado en la pequeña mesa junto al libr

absoluto con la agonía ardiente en mi pecho. Una súplica sile

rás. Sus ojos se abrieron cuando vio el abrecartas,

haciendo? -Su voz

icaban, deseando

zo crudo desgarrando mi garga

erca, pero su ros

ma, Ángela. Esto es m

s a mi espíritu ya roto. La hoja presionó más fuerte. Una f

n no cambió. Ni miedo, ni

cula. No voy

n, que observaba con oj

roso -siseó, su voz baja pero cortante-. Estás sa

o de Christin con él, dejándome sangrando y rota,

ecida. Mi cabeza daba vueltas. La parte fría y analítica de mi cerebro, la parte que más tarde definiría

Manipuladora. Asqueroso. Deja de hacer drama. Cada palabra resonaba, no suavizand

i sufrimiento y regresara, se hizo añicos en un millón de pedazos. No era solo mi

s. No solo me dejaron; se llevaron todo. Mi futuro, mi dignidad, incluso los regalos de boda que ahor

o. El hombre que había amado tan ciegamente, tan completamente, era un cascarón vacío, lleno de

deliberadamente, aparté la hoja. La herida escocía, ardía, pero no era nada comparada con la herida en mi alma. Envolví un trozo

espreciaba. Mi futuro, fuera cual fuera, no lo incluiría a él. Necesitaba encontrar u

upiera mi pasado. Algún lugar donde pudiera reconstruirme, libre de su sombra tóxica. La

dolor de la traición. Era la prime

vacío, un fantasma de una sonrisa vengativa tocan

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