Dueño de mi cuerpo, padre de mis hijos
o 3 - E
e humo que hacían vibrar a la multitud. Magnus observaba aquello como quien ve un espectáculo ajeno, sin sentir la emoción contagiosa q
ceño al darse cuenta, girando el rostro hacia la entrada principal del improvisado circuito. Entre luces y flashes de teléfonos, apareció un La
urmuró Caleb, con un br
ano, siempre inquieto, parecía transformado, casi hipnotiza
tara hacia delante, luego alguien más llegó en una moto última generación, logrando exactamente el mismo efecto. Una de ellas era de cabello rubio corto, además de una sonrisa traviesa y la o
seguridad de alguien que sabe que domina el terreno. Además, sus labios carnosos
ombres y mujeres gritaban como locos, la aclamaban como si fuera
lto... -susurró Adr
como si no pudiera creer
? - pregunto cru
ndió Adrián, con una sonrisa - Nunca has visto nad
siasmo de su amigo le resultaba exagerad
s necesario - dijo
s, Magnus ¿Sabes lo difícil que es siquiera acercarse a ella? Nosotros
spacio, cruzán
ella no
so felino entre la gente, alcanzó a escucharlas en medio del barullo y aunque su rostro perm
escuchar halagos, insinuaciones, propuestas descaradas, pero que alguien, en
Él se mantenía erguido, serio, con ese aire de niño bueno demasiado correcto para ese mundo y aunque la mayor parte de los
nto en sus labios. Un destello de
isma, con voz baja y peligrosa. Haciendo que C
ué p
ar los ojos de Magnus - Es solo qu
acción hacia Roma había firmado una sentencia silenciosa. Ella no dejaría que ese comentario quedara impune. Roma no so
no se habían dicho ni una palabra, ya esta