Un Vuelo Sin Retorno Para Olvidarte
A P
a. Mis padres, los Bartolomé, los mismos que me rechazaron por no ser "suficientemente refinada" cuando me encontraron, ahora brillaban al lado de
n mientras Paulina reía, con su mano elegantemente colocada en el brazo de Rodrigo. El c
querida, ¿es cierto lo que dicen? ¿Que Rodrigo te dio un r
fingió hacerlo, y miró a Rodrigo con una sonrisa cómplice. Él l
ímida! ¡Muéstranos tu regalo! ¡Qu
"Bueno, ya que insisten..." Se giró hacia Ro
silenciosa resonando en mi pecho. Un mal presen
desató la cinta. Dentro, sobre un nido de seda, descansaba una flauta de plata antigua, intrinca
contraron con los míos, y pude ver un pánico fugaz antes de que se re
champán?" Su voz era suave, casi un susurro, pero su tono rezumaba una malicia apenas co
la flauta. La reconocía. Ese patrón de ho
rió un e
na serenata para celebrar tu
labios se curvaron en una sonrisa seductora. Sus ojos, una vez más, se c
empezó
opia alma, de mis noches más solitarias, de mis sueños más profundos. Era la pieza que había compuesto cuando me enamoré por primera vez, c
timidad de nuestro hogar. Era mi confesión silenciosa de amor, una m
bía visto en un catálogo de antigüedades, la misma que le había mostrado a Rodrigo, dic
las que me había robado. Era mi música, mi alma, mi historia. Rodrigo se la había dado
e como agujas. La humillación me quemó. La ira me consumió. Mi propia m
¡Bravo!" y "¡Genial!" resonaron, ahogando los latidos furiosos de mi corazón. P
utora de esa melodía, me quedé allí, transparent