Un Vuelo Sin Retorno Para Olvidarte

Un Vuelo Sin Retorno Para Olvidarte

Gavin

5.0
calificaciones
56
Vistas
10
Capítulo

Durante siete años, fui la sombra detrás del éxito de Paulina, pintando los cuadros que mi esposo, Rodrigo, vendía bajo su nombre. Creí que era un sacrificio por amor, hasta que vi el grabado oculto en su anillo de bodas: "P & R". La traición me golpeó de lleno en la gala de premiación. Paulina no solo se llevó el crédito de mi obra maestra, sino que tocó, con la flauta de plata que yo deseaba, la melodía secreta que compuse para Rodrigo en nuestra intimidad. Al confrontarlos, Rodrigo me empujó frente a todos, protegiendo a su amante y a su supuesto hijo no nato. Por teléfono, Paulina se burló con crueldad: "Él nunca te amó, Alma. Solo eres la herramienta para mantener mi fama". Comprendí que mi matrimonio era una estafa y mi vida, una mentira diseñada para engrandecer a otra. Pero no les daría el gusto de verme derrotada ni un segundo más. Dejé los papeles del divorcio firmados sobre la cama y subí al primer vuelo con destino a Oaxaca. Horas después, cuando le informaron a Rodrigo que mi avión se había estrellado sin dejar sobrevivientes, se dio cuenta de que mi "regalo sorpresa" de aniversario era dejarlo con la culpa para siempre.

Capítulo 1

Durante siete años, fui la sombra detrás del éxito de Paulina, pintando los cuadros que mi esposo, Rodrigo, vendía bajo su nombre.

Creí que era un sacrificio por amor, hasta que vi el grabado oculto en su anillo de bodas: "P & R".

La traición me golpeó de lleno en la gala de premiación.

Paulina no solo se llevó el crédito de mi obra maestra, sino que tocó, con la flauta de plata que yo deseaba, la melodía secreta que compuse para Rodrigo en nuestra intimidad.

Al confrontarlos, Rodrigo me empujó frente a todos, protegiendo a su amante y a su supuesto hijo no nato.

Por teléfono, Paulina se burló con crueldad:

"Él nunca te amó, Alma. Solo eres la herramienta para mantener mi fama".

Comprendí que mi matrimonio era una estafa y mi vida, una mentira diseñada para engrandecer a otra.

Pero no les daría el gusto de verme derrotada ni un segundo más.

Dejé los papeles del divorcio firmados sobre la cama y subí al primer vuelo con destino a Oaxaca.

Horas después, cuando le informaron a Rodrigo que mi avión se había estrellado sin dejar sobrevivientes, se dio cuenta de que mi "regalo sorpresa" de aniversario era dejarlo con la culpa para siempre.

Capítulo 1

ALMA POV:

Compré el boleto de avión para un solo destino, sabiendo que no habría regreso. Era la única salida que me quedaba. La pantalla de mi teléfono brillaba con la confirmación de la reserva: un vuelo que me llevaría lejos, a un lugar donde nadie me conociera, donde Alma Miró podría, por fin, dejar de existir.

Faltaban veinticuatro horas.

El reloj en la pantalla de mi portátil marcaba las horas con una crueldad silenciosa. Veinticuatro horas para desaparecer, para borrarme de una vida que nunca fue mía, aunque me engañé creyendo lo contrario. Sería un borrón y cuenta nueva, una desaparición permanente.

Una voz me sacó de mis pensamientos, una voz que antes me parecía dulce, ahora sonaba como el eco hueco de una traición.

"Alma, ¿estás bien, mi amor?"

La puerta del estudio se abrió y Rodrigo entró. Su figura alta y elegante llenó el umbral, su sonrisa fácil, la misma que me había cautivado siete años atrás, ahora se sentía como una máscara. Mis entrañas se revolvían. Antes, su voz era una melodía que calmaba mi alma. Hoy, era un ruido irritante que me recordaba la mentira en la que vivía.

Me giré, asegurándome de que el brillo de la pantalla de mi teléfono no delatara mi secreto.

"Sí, solo estoy terminando un diseño" , le dije, mi voz sonando más tranquila de lo que me sentía. El sabor amargo de la mentira llenaba mi boca, una mentira que él, más que nadie, me había enseñado a vivir.

"¿Un diseño? ¿A estas horas?" Su ceño se frunció ligeramente, una preocupación superficial que no llegaba a sus ojos. Siempre le gustaba saber en qué ocupaba mi tiempo, en qué pensaba. Una vez, lo tomé por interés. Ahora, lo sabía, era control.

Un nudo de angustia se apretó en mi pecho, tan fuerte que apenas podía respirar. Mis ojos ardían, pero me negué a dejar caer una sola lágrima. No delante de él. Él no se merecía ver mi dolor.

"Sí, solo un pequeño detalle. Me tenía absorta" , respondí, mi voz como terciopelo, suave y sin fisuras. Deslicé el teléfono bajo algunos papeles sobre el escritorio. Que no viera nada. Que no sospechara.

Me miró con esa familiar expresión de cariño, o lo que él quería que yo creyera que era cariño. "¿Has cenado algo? Estaba pensando en pedir algo del restaurante italiano que te gusta. ¿Qué te apetece, pasta o una pizza fina?"

Su preocupación por mi alimentación, por mi bienestar, por cada pequeño capricho mío, había sido una constante en los siete años que llevábamos juntos, cinco de ellos como marido y mujer. Me había convencido de que era el amor más puro, el más desinteresado. Su meticulosa atención a mis gustos, a mis rutinas, a mis antojos, me había hecho sentir única, amada, insustituible.

"Lo que quieras, Rodrigo" , le dije, forzando una sonrisa. "Sabes que todo lo que tú eliges me gusta."

Era la verdad, de algún modo. Sus elecciones siempre habían sido perfectas, porque él se había tomado el tiempo de aprender cada uno de mis gustos, de mis pequeñas predilecciones. Era el esposo ideal, el hombre que todos admiraban, el dueño de una de las galerías de arte más prestigiosas de la ciudad. Siempre impecable, siempre atento, siempre controlando cada detalle de mi existencia. La gente decía que era un santo, por lo paciente y dedicado que era conmigo, la artista "peculiar" .

Yo le había creído. Me había entregado a él con la ingenuidad de un cordero al matadero. Creía que era mi salvador, mi refugio, el hombre que me amaba por encima de todo. Le había agradecido a cada estrella del cielo por haberme puesto en su camino.

Hasta hace tres días.

Hasta que mi vida se desmoronó por completo, revelando la cruel verdad que se escondía detrás de esos ojos que prometían amor eterno. Rodrigo Malo, mi marido, el hombre que juró amarme y protegerme, nunca me había amado. Me había utilizado. Me había convertido en la sombra de otra persona. Y esa otra persona era Paulina Bartolomé, la mujer a la que él realmente amaba.

El anillo de boda que llevaba en el dedo, que juré que era un símbolo de nuestro amor, en realidad era un monumento a su obsesión por ella.

Y yo, la tonta, solo fui el puente. La herramienta. La pintura que adornaba una vida que no era la mía.

"¿Qué te parece si pido la pasta con trufas que tanto te gusta? Estás un poco pálida últimamente, necesitas vitaminas." Rodrigo se acercó, su mano suavemente acarició mi mejilla. El contacto no me produjo la calidez de antes, sino un escalofrío que me recorrió la espalda. Era el tacto de un manipulador, no de un amante.

No había espacio para nosotros en su corazón, nunca lo hubo. Su matrimonio conmigo era un contrato, una puesta en escena para proteger la reputación de Paulina, para elevarla a un pedestal que no merecía, para asegurarse de que nadie descubriera que ella no era, ni de cerca, la talentosa artista que todos creían. Yo era la pintora fantasma, la que creaba las obras maestras que luego ella firmaba.

Y él, mi esposo, era el arquitecto de esa farsa.

Mi estómago se revolvió con la bilis del desprecio.

No había nada que él pudiera pedir para mí ahora. Nada que pudiera hacerme sentir mejor. Había cruzado una línea que no podía ser borrada.

Todo se había terminado.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
Cinco años de amor perdido

Cinco años de amor perdido

Romance

5.0

Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

Cinco Años, Un Corazón Roto

Cinco Años, Un Corazón Roto

Xuanhuan

5.0

Mi sistema, tan puntual como siempre, anunció el inicio de la cuenta regresiva. [La cuenta regresiva de siete días para el regreso ha comenzado.] [Anfitriona, por favor prepárese.] Llevaba cinco años casada con Ricardo. Cinco años de promesas vacías y un corazón entregado a otra. Él acababa de entrar por la puerta, quejándose del trabajo: "Sofía, Lucía se enfermó otra vez, pobrecita. Le di algo de dinero para que viera al doctor. Este mes la cosa va a estar un poco apretada." Todos en el vecindario decían que yo era la esposa más afortunada. Nadie sabía que casi todo su sueldo se iba en Lucía, su "amiga" de la infancia. Nadie sabía que mientras él le compraba abrigos de piel a ella, yo usaba el mismo suéter gastado por tercer invierno consecutivo. Nadie sabía que mis manos, que alguna vez fueron suaves, ahora estaban llenas de callos por empujar un carrito de comida bajo el sol y la lluvia para pagar nuestras cuentas. El sistema anunció que la tarea de "conquistar a Ricardo" había terminado. No por éxito, sino por tiempo. Y ahora, me ofrecía un regalo de consolación: un boleto de vuelta a casa. A mi México. "Lucía necesita un mejor lugar donde vivir. Estoy pensando en usar el dinero que hemos ahorrado para comprarle un pequeño patio." El dinero del que hablaba era el que yo había ahorrado vendiendo comida en la calle. Antes, le habría gritado. Ahora, sólo sentía un vacío. "Haz lo que quieras" , dije, mi voz sonaba plana y extraña incluso para mí. Me había entregado mi corazón en bandeja de plata, y él lo había pisoteado una y otra vez. ¿Y ahora me llamaba sensata porque finalmente me había rendido? La mañana en que Ricardo finalmente le negó el acceso a Lucía, creyó que había hecho un gran gesto. Él me miró con desesperación y esperanza: "Sofía... ¿viste? La he dejado. Para siempre. Ahora solo somos tú y yo." Para mí, su gran declaración llegó cinco años tarde. Cuando mi cuerpo se disolvió en luz dorada para volver a casa, él apenas alcanzó a decir mi nombre. Ni siquiera sabía mi nombre completo.

El Pacto Roto Por La Envidia

El Pacto Roto Por La Envidia

Romance

4.3

La envidia era una bestia sedienta en nuestra comunidad, siempre hambrienta de lo que otros poseían. Nunca pensé que sus colmillos se clavarían en mi carne, en la de Estela y en la de nuestras vidas. Nos ofrecieron, a mi hermana gemela Estela y a mí, a los hermanos Vázquez, Marcelo y Efraín, como un sacrificio, un pacto. Parecía un cuento de hadas retorcido, una bendición. Pero la envidia, esa misma envidia que nos elevó, nos arrastró en picada hacia la tragedia más oscura, un abismo del que no creí que saldríamos. Estaba embarazada de cinco meses cuando unos hombres armados nos interceptaron a mi hermana gemela y a mí en medio de la noche. Aterrorizada, marqué el número de mi esposo, Marcelo, una y otra vez, suplicando por nuestras vidas. Pero él me colgó, furioso, porque estaba ocupado consolando a su "hermanita" adoptiva, Daniela, por un simple corte en el dedo. "¡Deja de hacer drama y no me molestes! Daniela está asustada y me necesita." Esa fue la última vez que escuché su voz antes de que los golpes me hicieran perder a nuestro bebé. Mi hermana Estela, mi leona, se interpuso para protegerme y le destrozaron la pierna con una barra de hierro, acabando para siempre con su carrera de bailarina. Cuando despertamos en un hospital público, solas y rotas, descubrí que Marcelo y su hermano estaban en una clínica de lujo, cuidando a Daniela como si fuera de cristal. Para colmo, Marcelo me acusó de haber "deshecho" a nuestro hijo a propósito solo para manipularlo por celos. El dolor se convirtió en una frialdad absoluta. Me limpié las lágrimas, firmé los papeles de divorcio y me dirigí a la policía para contar toda la verdad. Lo que Marcelo no sabía era que, al caer los secuestradores, confesarían que la dulce Daniela fue quien ordenó nuestra ejecución.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro