La despiadada revancha de la novia plantada
/0/21475/coverbig.jpg?v=9b8bd0e89fce511709fd549c5bc1efa7&imageMogr2/format/webp)
matrimonio, solo para escucharlo celebrar su boda con su becaria, Cortney. Había
ar con Amelia? -
Es tan devota que esperaría otros
s, AG Diseños, y me fui. Pero Cortney no había terminado. Me incriminó p
casa, con los ojos llenos de u
su mano se cerraba alrededor de mi garganta-
ejarme casi inconsciente, sangrando y rota. Creyó
mi corazón roto en algo frío y duro. Es
rillo pague por cada cicatriz, cada lágrima y cada traición. Me quitó mi
ítu
melia
añicos siete años de mi vida. El aire en el opulento casino de Las Vegas olía a whisky y perfume barato, un contraste brutal con la delicada plata y el oro rosa que afer
én un acta de matrimonio gratis, legalmente vinculante, al instante en la capilla adjunta. Era Las Vegas. Cualquier cosa podía pasar. Solo que nunca i
a florecer en mi rostro. Gabe. Mi Gabe. Siete años. Una vida entera. Mi corazón latía con anticipación, un
abe? ¡De verdad te
. ¿Cortney? ¿Su becaria? Mi sonrisa vaciló y luego murió por completo. Pegué la
diversión y un toque de borrachera, se filtró por la puerta-. Per
as. Una nueva y más aguda punz
os, uno de los amigos más ant
? Te va a matar
un salto, tontamente. Quizás me defendería. Quizás diría qu
como una uña arañando una pizarra, raspa
e, descuidado, como si
siete años por mí si se lo pidier
ente. Era despectivo. Era una aniquilación total de mi valor, de nuestra historia compartida, de todo lo que había invertido en él,
ía, se me resbalaron de las manos. Cayeron sobre la afelpada alfombra del casino con un suave tintineo metálico, un sonido débil y lúgubre pe
melia que había amado a Gabe, que había construido una vida a su alrededor, se había ido. Disuelt
arpadeantes y las tragamonedas ruidosas, un fantasma entre los vivos. Mi celular se sentía pesado en mi mano mientras navegaba por mis contactos. Encontré su nombre rápidamente. Benedic
antes de que una voz profun
é debo esta lla
in sorpresa, como si me hubiera
. Era la voz de una mujer a la que le acababan de arrancar el corazón pe
un instante de verdadera sorpresa
iguen listos. ¿Cuándo pod
una declaración de guerra-. Primero,
n helada. Mi pasado era una ruina humeante detrás de mí. El futuro, con Benedicto, era una página en blanco. Él sería mi salvador, mi socio. El hombre que me ayudaría a reclamar lo