Emma Russell: La mujer renacida
ida en las sombras, lejos de los ojos curiosos de Alejandro, era fría pero clar
tular gritaba desde todos los blogs de tecnología. Mi corazón, usualmente un tambor constante, dio un vuelco. La imagen que acompañaba
amente los artículos, "que promete una interacción intuitiva con el usuario y una inteligencia emociona
ón digital de su visión, una forma de mantener viva su memoria. Le había mostrado a Alejandro los prototipos iniciales, comparti
la intrincada arquitectura. Había visto el amor crudo y sangrante que v
a adquisición hostil, después de que el corazón de mi padre cediera. "Yo te cuidaré, Elena", había prometido, su brazo alrededor de mis hombros temblorosos e
dre, era el boleto de Brenda a la fama. Una herramienta para ella, pa
onvenciones de Industrias Villarreal", le o
en el escenario, Alejandro estaba junto a Brenda, su brazo alrededor de ella, una sonrisa orgullosa y posesiva en su rostro. Ella llevaba un vestido
entaron bloquearme, pero mi rabia me impulsó. Esquivé un brazo corpulento, le
ortó los aplausos como un cuchillo. El silencio repentino fu
desvaneció. Los ojos de B
a maestra robada. Es mi creación. Cada línea de código, cada diseño arquit
había vuelto blanco como el papel. Tropezó hacia atrás, aferrá
ro, dando un paso adelante. "¡Segur
o. "Tengo los documentos de diseño originales, el código inicial, con fecha y hora. Mi padre, David
Alejandro. "¡Ale, está loca! Siempre estuvo dese
, sus dedos aplastándola en su puño. Levantó el brazo y, con un rugido primario, la estrelló conta muerte de su padre. ¡Está obsesionada conmigo, con Brenda, proyectando sus propios fracasos en nosotros!". Tiró de Brenda hacia adelante, como para
ron como golpes físico
aste la empresa de mi padre, robaste mi trabajo, robaste mi vida! ¡Nunca t
n, sus manos como pinzas de hierro en mis brazos.
a los reporteros, su rostro una máscara de falsa
traban hacia atrás, mis talones raspando contra el suelo pu
iedad. Solo un destello de alivio, una sensación de haberse deshecho finalmente de
fue a Brenda, asomándose por detrás de Alejandro, una sonrisa t
al, como si discutiera sobre una máquina rota. "Díganles que es un peli
s acolchadas, el olor estéril. Me ataron. Mis gritos murieron en mi garganta, reemplazados por una resolución