El Sabor de los secretos
Valer
fragancia cálida que normalmente me haría cerrar los ojos y sonreír. Pero esa n
La carta era una notificación final de "Suministros Gastronómicos del Norte"
as y aceites -susurré, sintiendo
a de la mesa: la luz, el gas, el alquiler del local comercial, la nómina de mis dos ayudantes. L
e me hice cuando papá murió y me quedé sola. Era la prueba de que podía crear algo hermoso lejos de
y exigente, sacándome
e. Me limpié las manos en el delantal y me alisé e
uilino
n un arranque de desesperación. "Ricardo",
aba justo encima del restaurante, en un edificio antiguo que crujía con cada paso, como si tuviera hu
luz parpadeante del pa
el cabello. Lo segundo, que no parecía un asesino en serie, lo cual era un alivio, pero ta
educada, pero cargada de un cansancio que r
¿Tú ere
ez. Vengo por
ensaban la tela de un jersey azul marino engañosamente simple. Llev
ulpa el desorden, esta
os escaneaban el entorno, que me puso en alerta. No era la mirada curiosa de un estudiante; era una mirada analí
o, deteniéndose en el
ticamente-. ¿Quieres ver la habitación
abita
na mandíbula tensa y facciones duras, pero sus ojos os
a doble, armario viejo, escritorio pequeño y vistas a un callejón. Nada de
uelo y miró las paredes desnuda
rfecta
é, sorp
. Los camiones de reparto llegan a las
de la silla. Sus manos eran finas, cuidadas, no parecían manos que hubier
stura de negociadora, la misma que
e depósito y el mes corriente por adelantado. Y necesito
, sin inmutarse
jo de forma independiente. Auditorías, balances. Acabo de muda
rrido, incluso. Justo lo que necesitaba pa
cio imperceptible para cualquiera que no viv
te tres meses por adelantado ahora mismo, en
cientos dólares. Eso pagaría las especias. E
ía? ¿Por qué tanta urgencia? Lo miré a los ojos buscando malicia, pero solo vi un
ontrol. No quería deberle nada a un extraño s
ó su rostro, suavizando la dureza de sus rasgo
to h
é que el cuero estaba desgastado, pero era de una
daré problemas. Casi no
mo para mis nervios-. Tienes un juego de llaves en la mesita. La c
ten
casa, Ricardo.
e contra la encimera fría. Solté un suspiro que había estado cont
é las luces. Mientras caminaba hacia mi habitala oscuridad. Era un
NTE - Propie
or todo el inmueble. Es un consorcio de inversión anónimo que suele comprar para demoler.
baló de las manos y c
en poderoso, una sombra sin rostro, quería quitarme el suelo que pisaba. Me cubr
la cama de Ricardo. Él dormía seguro. Yo, en c