En la Cama de su Hermano: Mi Dulce Venganza
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notó Lucero f
surizado. El tipo de silencio que solo existía a setenta pisos de altura, detrás de un vidr
que notó fu
tó abrir los ojos, pero la luz que se filtraba por la rendija de las cortinas se sintió como un ataq
e algodón egipcio, mucho más suaves que cualqu
o esta
contuvo la respiración. Sus pulmones ardían con el esfuerzo de permanecer pe
rda, un hom
a espalda que parecía tallada en mármol y tensión. Hombros anchos que se estrechaban hacia una cintura angosta. Los mús
ra J
s y una espalda aún más suave. Este
ampán que sabía ligeramente metálico. El mareo repentino que hizo girar el salón de ba
o y agrio. Había sido infiel. Después de tres años de un matrimonio sin sexo y sin
que
do, el roce de la tela sonaba como un disparo en la habitación tranquila. Puso
plateada de seda que odiaba, estaba en un montón cerca de
ba rota. Por supuesto que estaba rota. Encontró un imperdible en su bols
espertara. Antes de tener que mirarlo a l
noche. Lo alcanzó, con la intención de e
el membrete en rel
eló. Su sangre
de su esposo. Era el nombre
ría ser? ¿Un primo? ¿Un pariente lejano de visita desde Europa? La fa
él. No se parecía a los hombres suaves y mimados que
dijo frenéticamente. Es el hotel d
alto. Si este hombre conocía
a estaba abierta. Dentro, un fajo de billetes de ci
go y retorcido echó
a fugitiva que había cometido
nte. Eso despojaba la intimidad. Convertía un pecado en una compra. Y si él
s billetes. Tre
n Rolex de platino y un pesado vaso de cri
su mano temblaba mientras e
io. Quédate c
ota encima
movido. Era un extraño. Tenía que
ue estuvo en el ascensor, viendo descender los números, rezando
altura, Damián Re
chando su respiración errática, sintiendo
trolado. Extendió la mano hacia el espacio a
ujer compartiera su cama -una ocurrencia rara, casi inexistente dada su condición- sentiría la gar
áusea. Ni pánico. Solo u
izaron en la m
recogió los billetes. Benjamin Fra
entos
pecho. Era un sonido oxidado. No reco
a la mitad del horizonte de la ciudad, el hombre cuyo patrimonio neto tenía má
aligrafía era elegant
l ser
us ojos, del color de un mar
o. No marcó un número;
amenaza-. Había una mujer en mi habitación. A
voz del asist
mián-. No me importa lo