Perseguido por la esposa que perdió
ista de El
carismáticos, lo dirigían con mano de hierro, moldeando la opinión pública con una sonrisa. Yo, su heredera volátil, estaba forjando mi propio camino, una flo
ónimo de desgracia. Mis padres, orgullosos e inflexibles, no pudieron soportar la vergüenza. La noche en que se los llevaron para interrogarlos, nos enviaron a Héctor y a
nos fúnebres se desvanecieran, fui secuestrada. Quince días. Quince días de oscuridad, de miedo, de incertidumbre. Me retuvieron en una cabaña
e armadura, sacándome de las garras de la desesperación. Me abrazó, susurrando promesas de seguridad, de un para siempre. Pero el trauma ha
Yo lo llamé supervivencia. Mis arrebatos eran frecuentes, mis estados de ánimo impredecibles. Era un nervio expuesto, cons
tica familia, declarando que preferiría morir antes que traicionarme. Amenazó con repudiarse a sí mismo, con renunciar a su herencia, a todo, si tocaban un pelo de mi cabeza. Juró, con lágrimas en los ojos, que sería mi escudo, mi protector,
. Mi escudo se había convertido en mi espada, vuelta contra mí. Mi protector se había convertido en
ma. Lloré hasta que no hubo más lágrimas, hasta que mi garganta estuvo en carne viva y mi cabeza palpitaba. Me desmayé de agotamiento, solo par
s emociones después del secuestro. Se endureció en algo frío, afilado y resuelto. Había terminado de llorar
mentados. Esta no era yo. Ya no. Me eché agua fría en la cara, luego, lenta y meticulosamente, comencé a limpiarme. Me arreglé la ropa, me peiné el cabello enredado
único aliado que quedaba. Y era un genio. Un fantasma. Un
continuó con sus "castigos" rituales, visitas nocturnas que me despojaban de toda dignidad, pe
litar para su "recuperación". Jacobo la visitaba a diario, colmándola de atenciones, interpretando al compañ
de flores y enfermeras compasivas. Levantó la vista, sobresaltada, cuando entré. Sus ojos
un sonido peligroso. "¿Cómo te sientes, que
ios. Señaló una nota en su mesita de noche, un garabato apresurado qu
licada flor. Casi lo olvido". Me acerqué, mi sombra cayendo sobre su cama. "Eres buena en
a, su labio inf
Me incliné, mi rostro a centímetros del suyo. "Dime, Emma, ¿realmente crees que soy tan fácil de
sus esfuerzos, se m
sobre su impecable colcha blanca. Imágenes de ella y Jacobo. Besándose.
alé una foto particularmente incriminatoria, una de ellos abrazándose en el ascensor de la empresa. "Se ve bastante...
osamente construida se resquebrajó, una red de
as de plata de su mesita de noche. Era afilado, reluciente. "Pero
me dejar esto claro. Lárgate. Renuncia a la empresa. Desaparece de la vida de Jacobo. O me aseguraré de que des
uera terror genuino ahora. Empezó a hacer suaves ruidos suplicantes, todavía
e incliné sobre ella de nuevo. "Jacobo Fernández no obliga a nadie. Seduce. E
l sonido retumbó en la silenciosa habitación. Su cabeza se giró
por mi hijo. El que mentiste haber perdido
rimas finalmente br
horas para hacer las maletas y desaparecer. Si vuelvo a ver tu cara, si oigo tu nombre, si
vía haciendo esos patéticos sonidos ahogados. Sus ojos eran des
. Presioné el botón de llamada para la enfermera. Cuando la joven apa
ta... paciente. Emita un alta médica completa y hágala escoltar fuera de las instalaciones
perados y silenciosos de Emma. No miré hacia atrás. El