icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Mira más allá

Capítulo 7 7

Palabras:3952    |    Actualizado en: 06/09/2021

or favor -le digo a la chi

largo cabello negro. Era una chica mu

irse fue que en cuatro horas exactas estaría en la misma entrada esperándome, y que si tardaba demasiado me dejaría, así sin más -tal vez por eso me dio tanto di

malteada y me la tomo rápido, aunque sin dejar de disfrutarla, está buenísima. Luego de eso pago y busco en todo el

tilo diferente veas a dónde veas: algunos con vitrales atractivos y decoraciones elegantes, otros más

teresantes. Ya en el segundo piso, me encuentro de frente con la entrada al cine. Este exhibe grandes carteles con los próximos est

los boletos. Hay una función justo en media hora, tiempo suficiente para buscar palomitas. Ya fr

cer la fila de la comida. Esta es el doble de l

lo. Por un lado, es su privacidad, y por el otro... ¡Él mismo me lo dio! Dudo que no se espere que vay

tiene bl

a. La foto que tiene es de los ojos de un gato negro de cerca, muy detallados. Con ciertos nervios, como si Ian fuera a llegar en cualquier instante, reviso las aplicaciones que tiene. N

ucha, aunque reconozco los nombres de algunas bandas que son famosas. De allí me voy

n de estrategia. Supongo que eso hace la mayor parte del tiempo en su teléfono,

M

a

ue

mm

entimiento de tristeza, pues yo tengo cientos de contactos en mi teléfono: compañeros de escuela, amigos de mi abuelo, los de la residencia y personas que han

le por ello-, apago la pantalla y me lo guardo de nuevo en la m

ue es revisarle el teléfono a alguien

servo en pantalla, sobre todo por ser un musical. Tal vez no sea la mejor película del mundo, pero lo entretenida y colorida que es hace que no pueda despegar la vista de lo que pase a continuación. Me acabo las palomitas a la mi

¿Qué más puedo hacer en la hora que me queda? Ya fui al cine, algo que me q

as y restaurantes. No tengo hambre para nada, por lo que sigo viendo qué hacer. Ojeo

a de culpabilidad golpea mi pecho: Jake quería ir al Arcade del pueblo, y yo vine con Ian para que él me dejara botada. Todavía tengo sentimie

mensaje que le envié, así que trataré de jugar

espacios dependiendo de la edad: la zona de niños tiene juegos simples, la de jóvenes y adultos unos más complicados, también hay consolas de juego

que no me molesta cuando no acierto. Contra mi propio pronóstico, hago algunos puntos y gano así unos cuantos tickets. Paso de

rlas. Hago un par de cosas que no me generan una recompensa: unas cuantas partidas de un videojuego de pelea algo sangriento en las que pierdo contra un niño de unos once años, un j

al suave y esponjoso. Pienso de inmediato en Ian, ¿y si se lo doy? Digo, el gato es negro, como su án

a chica cuenta los tickets -en total 152-, y me dice que con ellos puedo canjear varias cosas, aunque nada muy extravagante. Observo unos peluches, algunos juguetes, estuches con útiles de colegio y otros premios que no me llaman demasiado la atención. Escojo un estuche

ue acabo de ganar y llevo el peluche de gato en mis manos. Tardo un poco en encontrar la entrada en la que Ian me dejó, ya que hay otras tres y caminé bastante

o del lugar. El cielo se ve precioso: una combinación de azul y rosa. Lo contemplo un rato hasta que me canso y espero justo en la parte de la acera donde

r la cara por el parabrisas. Se estaciona frente a mí y yo me subo sin tardanza, para que posteriormente arranque de nuevo. Me pongo

ue con tu amig

re -se encoj

ro el gato de peluche, él lo mira unos segundos y devuelve

nada -comenta con su

o con voz algo baja viendo el peluch

casi como una broma, tal vez lo más c

que casi dije lo mismo c

pensé en regalártelo, así que tom

s, que bien podría camuflarse por el tono de sus pa

oco me interesa tener más cosas

de mala educación rechazar lo

bastante claro que yo n

go? No me molesta su indiferencia comparándola con el repudio con qu

teléfono -saco el s

do a la zona boscosa y, en unos minutos,

aparato de plástico pegado a las

veces comprendo que debo juntar las dos piezas de los costados hasta que encajen a cada lado

os, disfruto el momento al máximo. Ian también podría ser un complemento para el disfrute del viaje,

talla, descarto la llamada. Es mi

quiero hablarle, que tal vez

En un dos por tres estamos cruzando las puertas d

áneamente aquí decidimos unirlas todas. Todo el tiempo comemos del lado izquierdo, dejando las sillas sobrantes sin ocupar por ninguno de nosotros. Esas son las que utilizan los otros inquilinos por voluntad propia, y just

o por como baja la mirada

de forma sospechosa luego de que mi abuelo com

n sigue con sus lentes oscuros y me observa también. Algo me dice que no debería

añé -trato de decirlo con la mayor naturalidad posible-. Yo no tengo hambre, me iré a

es lo que suelo usar todo el día. Me cepillo los dientes y voy a la cocina con la idea en la mente de tomarme un vaso de jugo, pero una vibrac

conteste. Con ese pensamiento, decido que mi siguiente paso será hacerlo solo si vuelve a llamar en los próximo

minu

al, salgo del apartamento. En el pasillo que la escalera deja entre ella y las habitaciones e

o min

ue me deja en un pasillo medio oscuro, alumbrado solo por una bombilla vieja. Además de los adornos navideños, algunas herramientas y cosas dañadas en los estantes que tengo a cada la

o mi

ielo estrellado, tapado un poco por las nubes. Ya en la terraza, cierro la puertecilla y me levanto. Observo lo que tengo frente a mí: la mayor parte de la terraza está vacía, pero en el centro hay dos mes

minu

o residencias parecidas a esta, aunque quedan más arriba y su fin es servir de parada rápida a los turistas. Si no me equivoco, somos de las escasas residencia

min

pantalla del móvil esperando a que encienda, o que no lo haga. Me repito que, si se pasa los veinte m

min

én siento rabia, pero no predomina como antes. Estos días he sido todo un revoltij

minu

esito librarme de ustedes de la forma qu

ce mi

o todo lo que siento. Solo a ti te llego a extrañar cua

e min

, Mike. No sé si en serio deseo volver a oír tu voz,

éis mi

-una con un desastre mental, eso sí-, a la inquietud. Ya me esperaba que pasara, solo que, ah

teléfono hasta la

voz de mi hermano del otro lado de

ustración. No me preocupa que me escuchen, pues aquí estoy lejos del resto-. ¡No hiciste nada ese día! Dejaste que Madison te llevara a tu habitación como a

sola. Los sentimientos que he guardado hace t

que me escuches -

taba perfectamente bien con mi abuelo hasta que tú llamaste y no paraste. ¡La abuela murió, Mike, murió y de seguro ni lo sabias! Porque dejaste que nuestros padres te metieran en esa asque

voz suena dolida, rota. Es

igaron a inventar la misma historia... ¿Ahora, cinco años después, decides aparecer? ¿Dónde estuviste cuando de verdad te n

agitadamente y siento un dolor en el pec

la mentira en la que hemos vivido desde que me fui. No los necesi

Miranda, tú lo

, ni a escribirme. No volveré a contestar. Si sigues, cambiaré de nú

ida que no encuentro las fuerzas para secarme mi empapada

onido como si se sorbiera los moc

eso, c

odillas. Algunas lágrimas caen al suelo y yo lucho por no gritar. Jamás había sentido tanto dolor em

día. Está presente, aunque no lo admita. Lo odio, pero lo amo. No quiero verlo, pero deseo hacerlo y bor

manga del suéter. Con la vista clara y sin lágrimas

io de mí, parado, mirándome. Su expresió

uando comprendo que ha escuch

Obtenga su bonus en la App

Abrir