La Oraca y el sello del mundo.
as. Pero, esas dos chicas, no eran nosotras. Cuando Nina estuvo frente a la pantalla, viendo esto, se desplomó. Él la traicionó, a
, debemos cumplir y volvemos f
del más duro y desenfrenado. El tío Mu le dijo varias cosas a Nina sobre tener que olvidar muchas cosas. Yo, por mi parte, había
ipio. El teniente en jefe nos trató bien desde nuestra llegada. Nos trató como jefa y su superior. No quisimos el mérito
a no conocía. Hace días que no duermo como debería. Cada vez que cierro los
o del mismo color. Botas militares. Nuestro primer entrenamiento fue correr diez kilómetros, mucho para algunos, pero a nosotros no nos importó. Las demás se quejaban, pero mi herma
rgaron. En los primeros cuatro kilómetros, no pude más, me paré, aunque vi que el equipo estaba muy lejos de nos
o claro y estábamos dispuestas a llegar hasta el final. A pesar del cansancio y el dolor, sabíamos que tenía
os juntas y eso nos daba fuerzas para seguir luchando. No sabíamos qué nos deparaba el destino, pero estábamos lis
ué junto a ellos. El chico que era capit
la ruta de los
uchos decían que estábamos pres
e correr porque tú te
espera
ipo me dijo que la ronda de mi hermana no cuenta. Algo que me gustaría decirle que no hiciera, sin emb
no importa si ella fue corredora a
hermana. Nina es muy fuerte, así es ella. Partimos todos y cuando llegamos a la meta, Nina ya estaba en otros entrenamientos. Y c
estaba presumiendo, pero para nosotros era simplemente una cuestión de cumplir con nuestra misión, manteniendo en secreto nuestra identidad. Caminé h
, no lo hiciste en el límite permitido con
mente. Lo miraba fijamente, con una mi
entrenado mucho", le dije en
mente se sacudió el polvo
r, capitán, y te quedas tomando
no, pero sabía que Nina lo llevaría al límite. Debía ser muy resistente para mantenerse a su ritmo. Cuando estaba enojada, daba seis o siete vuelt
Su actitud presumida le había jugado en contra y ahora debía enfrentar las consecuencias. Nina, sin titubear, se preparó para la carrera, mientras el capitán intentaba alcanzarla, aunque dudaba mucho de lograrlo. La lluvia ba, esperaba que al menos cuando estuviera lejos de la multitud no lo lastimara. En ese momento, me di cuenta de que Nina era imparable cuando se proponía algo, y su determos llamó, indicándonos que nuestro entrenamiento no había terminado. No importaba cómo nos lo pusieran, debíamos cumplirl
cubos con determinación. Cuando la lluvia cesó, también lo hicimos nosotras. Ahora todos nos miraban. Desde el momento en que entramos, escuchamos los murmullos. Decían que
s! Ya recibieron su castigo
ntes, están presumiendo, pero p
n ni podemos darnos el lujo de subestimarlas, ¡ma
a de las militares, Huan Yi, nos bloqueó el paso para informarnos que las
ir con las normas. Se ba
a envidia de otros, pero estábamos dispuestas a demostrar que éramos capaces de superar cualquier desafío que se nos presentara. Nuestro espíritu indomable no s
un abrir y cerrar de ojos, Nina ya me había tomado del hombro con f
stente y me bloquearías el paso, ¡solo eres una p
tundente. No pude evitar sentir cierta admiración por su habilidad para desarmar mi actitud indif
n cuanto a ser solo una que habla, te aseguro que mis palabras pueden ser tan contundentes como mis
avecinaba. En ese momento, supe que estábamos destinados a enfrentarnos en un juego de
tra danza de voluntades, donde ninguno es