Tierra De Leyendas - El Mal Nunca Muere
y desde las montañas del norte venían vientos refrescantes que hacían que los estandartes flanearan. Los visitantes ya estaban en el castillo, escoltados por una veintena de jine
ravia y Saravia, el príncipe Wenceslao II, que según se decía tenía el mismo temperamento de su padre,
de sus súbditos ya que el rey era un hombre viejo descendió de su carruaje. El rey tenía como siempre un rostro duro y austero, pero esta vez dejo ver una tenue sonrisa. A pesar
enidos a mi reino
a su colega y dijo –mil gracias, amigo, es
e reyes y luego fueron conducidos al gran salón principal de aquel hermoso palac
quisitos platos, sin duda alguna el anfitrión no había dej
ermosa, de cabello rubio rizado, ojos claros y piel blanca y tersa, hija de una familia burgués del reino. Era padre de tres hermosas hijas y de un barón que t
después que estuvo satisfecho con toda la comid
y alargado muy parecido al de su padre con la misma expresión de fiereza, sus cabellos eran color negro azabache y sus ojos oscuros. La princesa de Britania tan solo una vez le había devuelto la mirada a aquel hombre, ahora y después de ver a su padre salir junto con el rey Wenceslao, la j
reyes de antaño del reino entre ellos por supuesto estaba Abel y al lado de Abel reposaba Luis, el amado hijo de Teófilo. Al pie de la tumba de Abel se erguía una estat
. Dijo Wenceslao poniéndole l
da y fría mano en su hombro. Con disimulo dio unos pasos al frente par
tuvo la atención del rey de Britania siguió –para honrar a su querida memoria es que he viajad
ba hablando pues su padre en el lecho de
e ha habido incursione
bera occidental del rio Plas, muy cerca de Omilion y desde
anto, si me dices que llegaron t
s parecen d
refieres?, todas esas
as, estos son orcos que viajan hacia el norte, y via
uro de lo q
aba en la tumba de su primogénito, luego siguió –en los últimos meses el avistamie
ue esos engendros viajen a las tierras don
o cierto es que por donde pasan v
n aquella cripta. Finalmente el rey de Saravia y Moravia rompió el silencio diciendo –ya habrá tiempo
os hombres ya estaban bastante borrachos, aquí y allá todos se servían de inmensas jarr