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Tanatofobia - Cuentos Cortos De Horror

Capítulo 5 LA MUÑECA

Palabras:2266    |    Actualizado en: 25/04/2022

os puedo ayudar- Di

y dijo –Tenemos un pro

lema?-. Preguntó Ed

Elkin se sonrojó mientras respondía –No sé

que sea lo escucharé por extraño que sea. S

seída o algo por el estilo-. Elk

no comparte la idea de su

a nada, o no sé qué

dice estar poseíd

respond

esde cuándo la tiene

er –Me la regaló mi abuela cuando yo era una n

decir que usted le tiene un

fue un regalo

le preguntó -¿Por qué cree ust

a muñeca me siento incómodo y hay otras

cuáles?-. P

. Ruth dice que posiblemente fue un sueño, pero yo no lo creo así. Por último, yo tengo un perro y cuando decidimos irnos a vivir juntos a casa de Ruth, me lo llevé conmigo. Per

muñeca?-. Pr

stó –No. No quise traerla. Me

uisiera ver

Lo invito a

jugaba con la mente y la psiquis de los pacientes y les hacía creer lo que él quería que creyeran. Usando trucos básicos, muchas veces engañaba a sus pacientes para que creyeran en supuestos fenómenos paranormales. En toda su vida y en todos sus años de tra

actos, incluidas las Varas de radiestesia, el chengon y otros tantos artefa

entro de la casa, un escalofrió le recorrió todo el cuerpo, además sintió como la temperatura dentro de esa casa era baja en comparación con la de

arto donde está la

or aquí-.

na sensación extraña crecía en su pecho al caminar por esa casa. Aun así guardó compostura

estaba en la mitad. Esta muñeca era de tamaño de un bebe, era de plástico color negro. Vestía un traje rojo con motivos de flores y tenía puestos unos zapatic

y como era su costumbre en estos casos. Esta muñeca era de las que permanecía con los oj

uían atentos todos los movimie

potenciales procedió a sacar las herramientas que tenía para es

en tono solemne –Haré unas preguntas que ameriten solo un sí o no como respuesta y la entidad podrá respondernos a través de estas varillas-. La pareja escuchaba perplej

so una paralela a la otra, procedió a hacer la primera pregunta. Como siempre y sin que las victimas sospechasen,

n este momento?-. Fue la primera

on inmóviles. Todo como

algo extraño pasó. Sin saber cómo ni el porqué, las varillas se movieron, alejándose una de la otra. Edwin no se lo explicaba, él no

la segunda pregunta – ¿

illas se entrecr

usted es el que mueve las var

do que en ese momento lo embargaba, as

n esta muñeca?-. Elkin

se alejaron u

trepito no muy fuerte en el suelo de la habitación. Si Elkin

la mente al Parapsicólogo en ese momento para tener un mome

En todos sus años de trabajar en ello, nunca jamás había tenido contacto con algo tan real. Trató de calmarse así mismo, se secó

as piernas aun le temblaban y s

stá en la muñeca?

o sé, lo único que sé es que es algo muy

a estas alturas se interesaba más en aquello

ió –Voy a interactuar un

a e interesante que había desechado por la ambición. Pero había una entre todas esas personas que Edwin realmente lamentaba haberla desechado, su otrora mejor amigo, Javier. Los dos se conocían desde muy jóvenes y ambos compartían el gusto por las c

sas una campana de un tamaño no muy g

presente que se manifieste-. Después de dec

arios segundos. Esta vez no hubo respuesta alguna. Al no tener re

un lamento débil pero audible se escuchó en la

aron y esta última se aferró c

eca se empezó a sacudir violentamente tirando a los demás muñecos y peluches al suelo, solo quedando sobre él, la susodicha muñeca, la misma que teniendo la atención de t

mo pudo empacó en su maleta sus utensilios y salió de la

así no más. Tiene que ayudarnos-

ntras el sudor le empapaba la frente. El miedo lo carcomía. Lo úni

ayúdenos-.

edo de la joven, se compadeció. Intentó tranquilizarse y trató de pensar en algo.

e podía ayudar en ese momento así que se dirigió hacia donde esa

r quién o qué era lo que provocaba tales ruidos. Armado con el palo de la escoba y secundado por una temerosa Ruth, Elkin avanzó hacia la habitación. Al llegar allí y al encender la luz, se encontraron con que la habitación estaba desierta, fría y lucía tal y como la recordaba de la última vez. La muñeca seguía sentada en su sitio en el estante y los demás muñecos y peluches seguían tirados en el suelo. Ruth, temerosa procedió a recoger sus muñecos y de nuevo los puso sobre el estante. En ese momento y para sorpresa y exaltación de la pareja la muñeca movió la cabeza y de nuevo pesta

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