La nómada
ar
de madera que seguramente son incomodísimos. Mis ojos ascienden y observo un rostro cubierto por un espeso maquillaje blanco, unos ojos tan rasgados que parecen entrecerrados
bios me ofrece
guien me ve, recibo sie
boca de un chasquido
Prosigue dulceme
maravillas descubrirás aquí en P
emos bañarte y prepararte para tu presentación esta noche.- Da un par de palmadas y aparecen como salidas d
*
rtado.- Susurra Lady Cítiê desde
r que le complacía la noticia. Alargó la mano y llevó
he , Señor.- Prosiguió la dama, baja
jó en los gruesos y sensuales labio
*
ar
idas de mis muñecas y tobillos han desaparecido completamente. He sabido por las doncellas, que había estado dormida por quince nacimientos y mu
sino que es duro y frío al tacto. Está enmarcado por gruesas talladuras brillantes y pequeñísimas piedras de colores. Las donc
pequeñas cuentas blancas en un intrincado peinado , han aplicado negro sobre mis pestañas y pintado mis ojos para hacerlos lucir más g
brir que tanto embellecimiento solo puede sign
*
no beligerante, y sé que me he resignado a mi futuro demasiado rápido.
mi identidad. Aunque haya sido arrancada de mi tierra y ahora se me trate como poc
ar tu rostro y hallar placer en tu belleza.- Pro
l placer de Su Majesta
os. Bruscamente coloca una mano sobre mis l
al imprudencia pued
su palma y ell
un velo. Pero si la tela desata la ira de mi Señ
tial. Pero los señores kuranies son famosos por su crueldad y sus actos de tortura, capaces de mantener a un esclavo al filo
da de un velo y varias doncel
mi ignorancia. Pero ¿
el de quién habló el profeta. Aquel, que gobierna el mundo, cuyo corcel cabalga sobre el campo abona
tal adoración, que sentí mi est
aber tenido más tiempo para entrenarte en las artes que toda mujer debe emplear para complacer a su Seño
jos se llenan de lágrimas. Busco desesperadamente por todos los lados de la habitación un cuchillo o espada para clavarlo en mi pecho y sufrir una muerte rápida e ignominiosa. Sé que si opto por negar la gracia del Magnánime y acabar con mi
y destruir a mi pueblo! No puede ser, que después de tanto sufrir, a manos del esclavis
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cánticos rituales me habían hecho caminar por los corredores interiores del Palacio Real totalmente descalza. Fue tal su frustración que amenazó con azotarlas a todas, cosa que logré prevenir explicándole que esta es otra de las costumbres de mi tribu y exigiéndole que se respetase mi decisión. Lo cual es cierto, de algún modo, la mujer que desp
etirado. Estoy sentada justo en el medio de la enorme cama donde
mostrarte sumisa y procurar su placer antes que el tuyo.- Fueron las crípti
de lady Cítiê me dan vueltas en la mente. ¿Procurar el placer del Terrible? ¿Del lob
ría al maldito con