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Pasión (Dividida entre dos hombres)

Pasión (Dividida entre dos hombres)

Marian.C.T

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Capítulo

5 MILLONES DE DÓLARES. Es lo que ganaré si logró conquistar a Steve Montler. Luego de la muerte de mi hermana gemela y su novio en un accidente automovilístico, la última persona que pensé que se aparecería en mi puerta era Henry Montler, un importante empresario y sobre todo uno de los hombres más ricos de todo el país. El cual vino a mi con una propuesta que solo una persona idiota rechazaria. Debo conquistar a Steve Montler en menos de un año y 5 millones de dólares serán míos de inmediato. Pero nadie me advirtió de los riesgos que correría estando en una casa campestre alejada de toda la ciudad junto a un padre y su hijo. Steve es una persona tosca, peligrosa y posesiva, Henry está roto, pero siempre está dispuesto a donar parte de su felicidad si eso contenta a su hijo. Los tres estamos completamente rotos y nos convertiremos en una bomba tóxica de tiempo. Pero cuando las reglas se rompen esa delgada línea del pudor se borra y ahora estoy envuelta en un trío del cual saldre dañada, pero sé perfectamente que pertenezco a ellos dos.

Capítulo 1 1 2

Los niños brincan con emoción al ver a sus padres, abuelos, o tíos a la hora de la salida. Y es que la hora de ir a casa es esperada por todos para por fin tomar un descanso del largo día estudiantil o laboral.

Soy profesora de un jardín en una de las escuelas más prestigiosas de la ciudad, dónde únicamente asisten los hijos de políticos, millonarios, actores y actrices famosos, así que el trato a estos niños es sumamente especial.

- ¡Tío Steveeee!

Una de mis alumnas sale disparada a la puerta del salón y un hombre vestido de traje elegante la levanta entre sus brazos mientras que ella ríe emocionada.

- ¡Monstruito. - El tío Steve le da un beso sonoro en la frente, para luego verme.

El tío Steve es un hombre alto, viste de forma elegante y tiene unos ojos hermosos debido a una notable heterocromia. El hombre sonríe en mi dirección y se acerca con la niña entre sus brazos.

- Mucho gusto, Steve Montler. - El hombre me extiende su mano. - Soy el tío de esta pequeña monstruo.

- Mucho gusto Darling, la profesora de la pequeña Monstruo. - tomo su mano. - Disculpe, pero debo verificar realmente si es familiar de la pequeña Aurora Montler.

- Mi hermana me dió esto. - El hombre rebusca en su bolsillo y saca un pase de autorización que efectivamente correspondía a la pequeña Montler.

Está estrategia se implemento luego de que intentarán secuestrar a la hija del senador, afortunadamente el equipo de protección del senador se percató de lo ocurrido y el colegio tu o una sanción por dejar ir a la niña con un extraño.

- En ese caso ya se pueden retirar. - Hablo con una sonrisa.

Cuando aquel hombre asintió con la cabeza, sentí una mezcla de alivio y preocupación. A pesar de su gesto afirmativo, sus ojos, con esa extraña heterocromía, me miraban con una intensidad que era imposible de ignorar. Era como si esos ojos desiguales fueran capaces de escudriñar mi alma. En ese momento, me invadió una sensación abrumadora de insignificancia. Sus ojos intimidantes me hacían sentir como si fuera una simple marioneta en manos de un titiritero maestro. Era una sensación incómoda, como si todos mis secretos estuvieran al descubierto frente a él, y yo no tuviera ningún control sobre la situación.

A pesar de sentirme minúscula bajo su mirada, también era imposible no mirarlo directamente. Su presencia ejercía una especie de magnetismo sobre mí, como si estuviera atrapado en un juego de miradas del que no podía escapar. Era como si estuviera hipnotizado por esos ojos hipnóticos y misteriosos. Me sentía atrapado en una especie de encrucijada emocional, donde la curiosidad y el temor se entrelazaban de una manera extraña.

- ¿Te conozco de algún lado? - pregunto luego Steve Montler.

Mi corazón empezó a latir desbocado y una sensación de pánico me invadió de inmediato. Una hora de sudor frío recorrió mi espalda mientras luchaba por encontrar una respuesta convincente.

Tenía un secreto que nadie debía conocer, un oscuro capítulo de mi vida que mantenía celosamente oculto. Ser una profesora de jardín era mi pasión, una vocación que amaba profundamente. Pero el dinero que ganaba de esa profesión no era suficiente para mantener mi vida a flote, y esa fue la razón por la que me vi obligada a recurrir a un segundo trabajo.

La idea de que un familiar de mis alumnos, como Steve, pudiera reconocerme en ese segundo trabajo era mi mayor pesadilla. Sabía que si descubrían mi doble vida, enfrentaría una despedida inmediata de mi empleo como profesora de jardín. Esa perspectiva me aterraba, porque aunque mi segundo trabajo me proporcionaba el sustento necesario, no podía abandonar mi pasión por la enseñanza.

- Eh... tal vez me confunda con alguien. - Rasco mi nuca con incomodidad.

- ¿Segura? Te me haces muy conocida. - Steve insistía. - Como sea, igualmente ya debo irme y llevar a Aurora a casa.

- Está bien señor Montler. - Trato de sonreír para dispersar cualquier sospecha. - Adiós Aurora.

- Adiós maestra. - habló la niña con su voz infantil.

Ambos nos alejamos de la pizarra hasta llegar a la salida del aula, y mi corazón seguía latiendo con fuerza. Antes de que Steve cerrara la puerta, su mirada se posó nuevamente en mí, y en sus labios se formó una sonrisa que no pasó desapercibida, llevando consigo un atisbo de malicia.

Esa sonrisa me inquietó profundamente, y sentí que un escalofrío recorría mi espalda. ¿Qué significaba esa expresión en su rostro? ¿Había notado algo inusual en mi actitud o en mis respuestas a su pregunta anterior? Me invadió un sentimiento de paranoia, como si Steve hubiera descubierto mi secreto o estuviera a punto de hacerlo.

A medida que se alejaba, la malicia en su sonrisa dejó una impresión incómoda en mi mente. Comencé a cuestionar mis propias acciones y palabras durante esa conversación, tratando de recordar si había dado alguna pista sobre mi doble vida. La incertidumbre se apoderó de mí, y sabía que tendría que ser aún más cuidadosa en el futuro.

- Eres una maldita perra afortunada, ese hombre está condenadamente para chuparse los dedos.

Clara Smith, mi compañera se acerca a mí con un montón de carpetas entre sus brazos, los deja sobre mi escritorio y me codea para que le diga todo lo que sucedió con el tío de Aurora.

- Eres una chismosa. - Me mofo de ella. - Solo vino por Aurora.

- ¿Pero si viste lo guapo que es?

- Es un hombre guapo, pero no es mi estilo.

- ¡Estás completamente ciega Darling Wells, ese hombre fácilmente puede ser el padre de mis hijos. - Clara suspira con ensoñación.

- Ya deja de ilusionarme con hombres imposibles y dime qué es todo esto.

...

La noche caía lentamente y con ella, las luces de mi estudio se encendían, creando un ambiente íntimo y seductor. La sensual melodía de "Earned It" de The Weeknd comenzó a fluir a través de los altavoces, envolviéndome en su atmósfera cautivadora. Mis piernas fueron las primeras en aparecer en la cámara, y en ese momento, los comentarios y las donaciones comenzaron a inundar mi transmisión.

Aprovechaba mi cuerpo con una dosis de sensualidad que sabía que atraería la atención de los espectadores. Mi tez blanquecina y mis curvas se destacaban en la penumbra del estudio, atrayendo a todos esos hombres que habían decidido pasar un tiempo viéndome a través de una pantalla.

Siendo sincera, esta forma de ganarse la vida me proporcionaba una libertad financiera que no podía encontrar en otro lugar. Las donaciones que recibía eran una manifestación tangible de mi habilidad para cautivar a mi audiencia y mantener su interés. Sin embargo, también estaba consciente de que esta elección no era para todos, y tenía que lidiar con la mirada crítica de algunos que no entendían o no aprobaban lo que hacía.

A pesar de las críticas y los prejuicios, esta era mi elección, y estaba decidida a empoderarme a través de mi sensualidad y mi control sobre mi propio destino. En ese estudio, bajo las luces y la música envolvente, me sentía fuerte y segura, en control de mi vida y decidida a aprovechar cada oportunidad que se presentara en mi camino.

Este es el secreto que tanto me ha costado guardar. A lo largo de los años, algunas personas han llegado a descubrirlo, pero en lugar de abordarlo abiertamente, prefieren mirarme de reojo, con un matiz de curiosidad o incluso de juicio. Pero lo que no saben es que mi verdadera ocupación es trabajar como maestra en un jardín de infantes.

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