La rosa y el asesino

La rosa y el asesino

Richardtm

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Capítulo

Valeria nunca imaginó que la persona que la salvó de un atentado era un asesino profesional. Su vida da un giro cuando descubre que él no solo la protegió, sino que la estaba siguiendo. Ahora, mientras huye con él por distintos países, debe decidir si confía en el hombre que podría haber sido enviado a matarla o en aquellos que afirman querer salvarla.

Capítulo 1 1

El eco de los disparos aún retumbaba en los oídos de Valeria. Su respiración era errática, y el latido desenfrenado de su corazón ahogaba cualquier otro sonido a su alrededor. Todo había ocurrido demasiado rápido: un evento de caridad, luces destellantes, copas de champagne y, de pronto, el caos.

La gente gritaba. Cuerpos caían. Y ella... ella habría sido una de esas víctimas de no ser por él.

Su mente aún intentaba procesarlo. Un segundo antes, estaba brindando con un diplomático francés, y al siguiente, alguien la había derribado al suelo, cubriéndola con su propio cuerpo. Sentía el peso de su salvador sobre ella, su respiración caliente contra su oído.

-No te muevas -ordenó una voz grave y controlada.

Valeria no pudo ver su rostro con claridad, solo distinguió unos ojos oscuros y fríos que exploraban la sala con precisión calculada. Él no temía. No estaba sorprendido ni asustado. Era como si hubiese esperado que esto sucediera.

Los disparos cesaron y la confusión se apoderó de la multitud. Gritos y sollozos llenaban la sala, pero antes de que Valeria pudiera incorporarse, sintió una fuerte presión en su muñeca.

-Tenemos que irnos. Ahora.

-¿Qué? ¿Quién eres?

-No hay tiempo.

Él la jaló con fuerza y, sin darle opción a protestar, la condujo a través del salón devastado. Atravesaron los pasillos del hotel como sombras, evitando a los guardias y a la policía que ya entraba al lugar.

-Espera... no puedo simplemente irme... -murmuró ella, forcejeando para liberar su brazo, pero su agarre era firme.

El desconocido giró el rostro hacia ella, y esta vez Valeria pudo verlo mejor. No era solo un hombre cualquiera. Era alguien acostumbrado a la guerra. Su mandíbula marcada, su mirada intensa y su porte firme lo delataban.

No era un salvador.

-Si te quedas, estarás muerta en minutos -dijo él con dureza.

Algo en su tono hizo que un escalofrío le recorriera la espalda. Quiso negarse, pero la lógica le decía que tenía razón.

Antes de que pudiera hacer más preguntas, él la empujó hacia una puerta lateral que daba a un callejón oscuro. Una motocicleta negra los esperaba allí.

-Sube.

-¿Por qué habría de hacerlo?

-Porque los que intentaron matarte siguen buscándote, y yo soy la única razón por la que sigues viva.

Valeria tragó saliva. Algo dentro de ella le gritaba que no confiara en él, pero el miedo a lo desconocido era aún más aterrador. Sin otra opción, se subió a la moto, sintiendo el calor del cuerpo de su salvador cuando él encendió el motor.

No sabía quién era. No sabía por qué la ayudaba. Pero algo le decía que, al tomar esta decisión, su vida nunca volvería a ser la misma.

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