Morí, Pero Volví a Bailar

Morí, Pero Volví a Bailar

Gavin

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Capítulo

Morí en la noche de bodas, golpeada brutalmente por El Tuerto, el hombre al que mi propia madre me obligó a desposar. La sangre, el vino barato y el crujido de mis huesos fueron lo último que sentí. Pero contra toda lógica, abrí los ojos para encontrarme en mi pequeña habitación de Sevilla, con el sol de la tarde entrando por la ventana, exactamente el mismo día en que mi infierno comenzó. Escuché los pasos sigilosos de mi hermano Javier, a punto de robar mis zapatos de flamenco, aquellos zapatos que habían sido el detonante de mi desgracia. En mi vida anterior, mi pasión por el baile y esos tacones duros me costaron todo: el desprecio de mi madre, la envidia retorcida de mi hermano, la humillación pública y, finalmente, mi vida. Mi familia, que debía protegerme, me arrojó a la boca del lobo, vendiéndome para "salvar" un honor que nunca existió para mí. ¿Por qué fui yo la sacrificada? ¿Qué poder tan maligno tenían unos simples zapatos para destruir mi existencia? Pero esta vez, no hubo pánico, ni ira, ni miedo. Solo una sonrisa fría y calculadora se dibujó en mis labios. He vuelto. Y esta vez, la historia y la venganza, las escribiré yo.

Introducción

Morí en la noche de bodas, golpeada brutalmente por El Tuerto, el hombre al que mi propia madre me obligó a desposar.

La sangre, el vino barato y el crujido de mis huesos fueron lo último que sentí.

Pero contra toda lógica, abrí los ojos para encontrarme en mi pequeña habitación de Sevilla, con el sol de la tarde entrando por la ventana, exactamente el mismo día en que mi infierno comenzó.

Escuché los pasos sigilosos de mi hermano Javier, a punto de robar mis zapatos de flamenco, aquellos zapatos que habían sido el detonante de mi desgracia.

En mi vida anterior, mi pasión por el baile y esos tacones duros me costaron todo: el desprecio de mi madre, la envidia retorcida de mi hermano, la humillación pública y, finalmente, mi vida.

Mi familia, que debía protegerme, me arrojó a la boca del lobo, vendiéndome para "salvar" un honor que nunca existió para mí.

¿Por qué fui yo la sacrificada? ¿Qué poder tan maligno tenían unos simples zapatos para destruir mi existencia?

Pero esta vez, no hubo pánico, ni ira, ni miedo. Solo una sonrisa fría y calculadora se dibujó en mis labios.

He vuelto. Y esta vez, la historia y la venganza, las escribiré yo.

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