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El Café De Rose

El Café De Rose

Charló Blus

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Capítulo

Una mujer que ha quedado viuda atiende su café cada día, allí pasan viajeros, comerciantes, todos lo que van de paso. Rose tiene 51 años y una vida entera por delante. Charles, tiene 56 y siempre entra al café por su pedido, un día común y corriente, Charles se queda con su auto averiado, ante lo cual Rose se ofrece llevarlo a su oficina. Durante el trayecto se cuentan sus vidas y anécdotas. Rose descubre una historia con muchos matices y colores, ella también tiene muchos secretos que contar. Charles se siente atraído, hipnotizado, pero con recelo al mismo tiempo. ¿Puede el amor romper las barreras que así mismo se coloca? Aceptando ser su conductora por unos meses, comienza a notar que el corazón palpita a paso rápido. ¿Puede un extraño cautivarla? El Café de Rose, se torna en el lugar de citas y encuentros.

Capítulo 1 Pan Y Café

Para Rose Burton, ese día era especial cargado de emociones y algunas lágrimas. Cuatro años habían transcurrido de la muerte de Tom, durante treinta años juntos, se habían amado como locos jóvenes cazadores de estrellas y deseos. Ahora eran recuerdos todos atesorados, uno por uno en el corazón anidados, aunque no quería mentir, también deseaba pasar esa hoja y que le dejaran vivir en el presente, en momentos sentía que eran sus hijos egoístas, queriendo que ella tejiese todo el día, y se olvidara del mundo allí afuera.

Quien hubiese pensado que Tom, se iría primero, pero sucedió, mientras pensaba en cada detalle, alisó las sábanas, encaminándose hacia el amplio baño, la bata se dejó caer con desgano en el pequeño aparador mientras ella ingresaba a la ducha, el agua estaba en su punto ideal, de modo que no tardó mucho, pero le habría gustado mucho en realidad pasar una hora allí en la sala de baño sin nada más que sentada en el enlozado mirando a la nada.

Era un día de tantas cosas por preparar, una cena para la noche, algún vinito, pastel negro envinado, el de chocolate hecho con tanto amor a última hora lo tuvo que desestimar porque su hija menor Lauren sencillamente no lo quería, por lo tanto, tuvo que hacer un nuevo pastel del gusto de todos. Se reunirían en casa todos a cenar, era la manera de sus hijos celebrar, ella gustaba ese día de ir a caminar, tomar algún vino en una cena fuera de casa con Mery y Gigi, sus dos grandes amigas, claro eso sería para ella lo ideal, si sus hijos lo entendieran, un día para recordarlo, pero de la forma que Tom y ella siempre lo habían planeado, en este caso no se vería bien que dejara a la familia en estado de espera. Solo que ni preguntaban cómo le gustaría a ella pasar ese día.

Mientras secaba su cabello negro sedoso, lo contempló por un instante, lo llevaba largo a los hombros, así que cepilló su cabello, lo organizo y le hizo aquel moño que siempre usaba, dejando perfecto cada hebra de pelo. Se colocó un toque de brillo en sus labios, algo de rubor rosa magenta, lápiz con el que le dio un toque a sus cejas. Se colocó un pantalón de mezclilla, blusa azul a cuadros pastel, calzando sus tacones medios, se dió la última aprobación con deseos de animarse ella misma. -Vamos querida estás bien, no será hermoso quizá este tono, pero no puedo negar que tan mal no se ve-. jajaja, ni que fuera a ir a una gran cita de amor-

Rose conducía con suma prudencia de manera nada acelerada, detestaba que Lili su hija mayor se ofreciera llevarla, ella era una mujer joven aun que podía conducir su propio auto, no faltaba más que ahora pensaran que era una decrepita anciana solo porque su documento decía con hincapié en los (51) años, que tontearía. Creían que le dolía los huesos, la columna, el hígado, páncreas y corazón. Porque esa era la impresión, querían limitarla, pero ella era dueña de su vida, su café, dinero y joyas que conservaba en perfecto estado.

Estacionaba en el parqueo del Café, mientras cerraba el auto, notó varios autos, eso significaba que había mucho trabajo, extrajo de su bolso, unos zapatos cómodos para trabajo, guardando los que traía, apresuró el paso, topándose de cara con Lenin quien ingresaba al café justo en el mismo momento.

-Oh, Rose, mi pensamiento te trajo justo a mi- avanzaron los dos por el salón.

-Si tú lo dices- Bien supongo que tanto halago es por dos huevos con jamón, café fuerte, y pan de queso, estoy segura de que Mely, ya estará en eso- Bien querido, ya regreso-

-Espero que salgamos a un lugar donde pases un momento fuera de esta cocina, trabajas mucho Rose, se acercó a ella, pasando su mano por la cintura, -Rose, sinceramente te hace falta algunos cariños y besos al amanecer, piénsalo- Lenin sonrió, rozando sus manos, haciendo gesto de un beso, fue directo a su lugar favorito junto a la ventana.

En ese instante Josef, y Ana, sus dos meseros ayudantes de barra, estaban a todo con los pedidos. Entrando en la cocina, se colocó su delantal, regresando a la barra, comenzó a despachar ordenes, la cocina era amplia, con una barra hermosa, le había remodelado junto al salón, ahora tenía tonos amarillos ocre y pastel, música, un lugar tranquilo, apaciguador, y sobre todo con olores que extasiaban a todos. El horno del pan emanaba desde las seis el olor que atraía a todos.

El pedido de Lenin llegaba a la barra, envió a Josef que lo llevara, y colocó un pan de queso y mantequilla cortesía de la casa, en puerta siempre había un pequeño toque cuando un cliente ingresaba, en ese instante avanzaba el hombre de traje por el salón, tomando lugar en la barra descargó su teléfono al costado.

. -Buenos días caballero- que desea. mientras revisa la carta puedo ofrecerle café- Rose fue a la maquina regresando con una taza de café-

-Vaya que eficiencia, me asombra mucho, no he podido lograr que me preparen uno así de rápido, sencillo- Bien, quiero un sándwich de pollo y queso, con lechuga y tomate-

-Con gusto en siete minutos lo tendrá- ella solicitó el pedido, en una pequeña cesta de pan, trajo unos panes de queso, - cortesía del café, mientras llega su pedido-

-Que bien, pan de queso recién horneado, le diré que soy muy exigente con el pan, lo partió en dos, tomando otro pedazo más pequeño lo llevaba a su boca. -Es una verdadera delicia, ¿Dónde lo compra-? le haré un pedido a menudo, claro que, si usted no me quiere decir, tranquila, lo llevaré de aquí-

-Puede pasar a las seis en punto, a esa hora ya sale del horno, señaló hacia el lugar donde estaba el horno- en ese instante llegaba el pedido- Eficientes y rápidos, su pedido de pollo, queso, con lechuga, tomate- ¿Algo más?

La miró con cierta gracia. -Esta perfecto-

-Busque fallas, no las encontrará- ella se dirigió a dejar unos pedidos a las mesas.

El murmuró entre si -Que mujer presumida, el pan sale del horno a las seis, puede venir a buscarlo. - ¡Vaya, y no es fea! Dando un bocado se entregó a su desayuno por completo, Rose lo observaba de cierta distancia, se fijo en los zapatos, eran de un tono que iba con su traje, impecables, aunque era ciertamente algo vanidoso, mínimo era algún insoportable de esos que eran ricos, buen auto, una quinta, viajes y demás. Ella era una señora de café, cajera, mesera y dueña de su propio horario. Lenin en ese momento cancelaba en la caja, se despidió de ella con beso en mejilla, le susurro que su jean sentaba sus curvas hermosas, ella sonrío con desgano, Lenin siempre tenia palabras tan exactas, sutiles, respiró aliviada por suerte no era su tipo, todo lo contrario.

Rose regreso a la caja, tomando lugar en su puesto, la silla era giratoria y le encantaba lo cómoda, haber realizado los cambios fue lo mejor, aunque eso si sus hijos con reparos al principio no aprobaron mucho, pero bien que iban por pan, café, importante detalle, no pagaban casi nunca, excepto de Omar que cancelaba siempre su pedido, así debería ser. Pagaban en otros lugares era lo mínimo que les correspondía en el suyo, pero para que los había invocado, Lili entraba por la puerta en ese instante, haciéndole ademan que tomaran lugar las dos,

-Mamá, que bien que estas hoy, espero que puedas pasar por Sebas- por favor, no alcanzo- Lili tomaba su café a prisa.

-Como te parece que tampoco puedo querida, tu esposo puede hacerlo estoy segura-

-Madre sinceramente, eres su abuela y como tal podrías hacerlo- ni sé que para que te pedí el favor-

-Está bien, lo iré a buscar a su clase de natación, pero lo llevaré a tu casa, tengo cosas que hacer, trabajo por si te has dado cuenta-

-Ay mama, es un cafecito, ni que aquí entrara tanta gente, que hicieran filas enteras-

-Por si lo has notado querida- Dijo Rose en ese momento levantándose de la mesa con tono serio y seco- están esperando mesa varios clientes, así que puedes tomarte el café en la cocina, eres de la familia, y tu puesto, lo podría ocupar la familia que esta allí- La mirada de Rose se posó de costado, se alejo de la mesa, acto seguido Lili se irguió y fue a la cocina.

-Supongo que aquí te encanta que tome el café-Lili la miro con obstinación

-Me parece bien, es una hermosa barra, aquí tomamos nosotros el desayuno-

Rose salió de la cocina a la barra, acomodando los clientes, el café estaba rebozar, el hombre del traje ya había cancelado marchándose, le había visto por la ventana cuando encendió su auto y se marchaba. Pero eso sí, con su bolsa de pan recién horneado, presuntuoso, sonrío para ella misma.

El día avanzo entre clientes, pedidos, llegando la tarde, dejo a Josef encargado de la caja y facturas a pagar, eran las cuatro, su café tenia servicio hasta las siete de la noche, Emi la mesera del segundo turno estaba aprovechando para limpiar, era ágil en hacerlo, dejando impecable el lugar. En ese momento recordó que debía pasar por su nieto sebas para llevarle a casa. Ni modo, tomando su bolso dio aviso que regresaría para buscar algunas cosas e irse a casa. Mely le dijo que le tendría todo empacado.

Llamo a Josef para darle su cheque, era día de pago, todos habían recibido el suyo menos el, Josef le conto que había estado haciendo arreglos en la segunda planta, le había dado color, empapelado, la bodega le había dado un orden a todo. En la segunda planta quedaba la bodega, un baño amplio, oficina, salita de descanso, una habitación con baño privado tenía balcón, closet, allí vivía Josef, era un buen chico, ya cumplía cinco años trabajando con ella, había entrado muy joven, Tom había apelado a darle la oportunidad, pasaba el tiempo veloz, -muy veloz- se dijo para sí misma.

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