/0/17825/coverorgin.jpg?v=6abd6ed2e94008192eec8f6db5e0e29c&imageMogr2/format/webp)
De algo podía estar segura Alice de su vida, había encontrado al mejor hombre del planeta y su amor crecía con cada día que pasaba como una planta bien cuidada que estaba siendo regada con ternura, comprensión y una pasión descontrolada. Ella no necesitaba nada más en la vida si estaba junto a él, y el último año de su vida, lo habían dedicado para amarse cada día más el uno al otro.
¿Después de una vida llena de miserias al fin podría ser feliz?
Alice siempre creyó que la felicidad no estaba hecha para ella y sus padres se lo hicieron saber cada vez que podían, pero nunca se detuvo y luchó cada día por convertirse en una diseñadora de modas famosa en esta ciudad para así poder decir que ya no era pobre y miserable como ellos siempre le dijeron que sería toda su vida.
A pesar de todo lo que vivió junto a ellos, no podía decir que los odiaba, pero dado que se encargaron de minimizarla cada que podían y desprestigiaron su trabajo, no sentía el amor que debía por ellos.
Del otro lado estaba Francesco, su querido y amado novio que provenía de una familia poderosa en la ciudad, con negocios por doquier, lo que conllevó en un odio irracional de su madre hacia Alice. Siempre la tildó de ramera, para ella la nueva novia de su hijo era una bazofia, que trataría de pegársele a su familia como una sanguijuela para chuparle todo el dinero que pudiera y abandonarlo en cuanto ya no lo necesitará más en su vida.
— Estoy abajo preciosa.— escribió Francesco en un mensaje de texto, esta noche era su primer aniversario y él siempre celebraba las fechas importantes por todo lo alto.
— Ya bajo amor.— respondió ella rápidamente, mientras le daba los últimos toques a su maquillaje, que aunque sencillo, quería que se viera perfecto, hoy sería un día que cambiaría sus vidas para siempre.
— ¡Estás realmente hermosa!.— exclamó Francesco, mientras Alice salía de la casa de sus padres, él estaba recostado del capó de su auto, con un traje casual que lo hacía ver realmente espectacular y en sus manos un ramo de rosas gigante, acompañado de una bolsa de regalo.
— Tu también estás muy guapo mi amor.— respondió Alice ruborizándose.
— Feliz primer aniversario.— continúo diciendo él, estirando una mano con el regalo y luego la otra con el ramo de rosas, estampando un tierno beso en la mejilla de su amada.
— Esto es demasiado Francesco.— expresó Alice al sostener tan majestuosos presentes.— sabes que no me gustan este tipo de cosas extravagantes, con un par de rosas hubiera bastado para mí.
— Sí, me lo has dicho, pero por ti bajaría la luna y la dejaría iluminando tu pasos para siempre.— Alice no podía enojarse con él y menos en un día como este, así que solo se dejó caer en los brazos de su amado para sentirlo cerca nuevamente.— bien, debemos irnos, ya se está haciendo la hora de la reservación, te encantará lo que tengo preparado para ti.
Entraron al auto y él puso el motor en marcha, Francesco se había colocado el perfume la encendía por completo y Alice solo podía pensar en que terminara la cena para poder estar con él toda la noche, que la hiciera suya como solo él sabía hacerlo.
En poco más de veinte minutos llegaron al restaurante, uno de los más exclusivos de la ciudad y Francesco reservó un gran espacio solo para ellos dos, siempre fue muy exagerado en estas cosas, sin terminar de entender que a Alice solo le importaba estar con él sin importarle el lugar.
— Sé que no puedo igualarte, pero este es mi regalo.— Alice le entregó una bolsa pequeña y en ella estaban varias fotos de sus mejores momentos hasta ahora, Francesco siempre lo tuvo todo así que cualquier cosa material él ya lo poseía y de mejor marca o modelo.— espero te guste.
— Amor, es perfecto, quedarán geniales en mi oficina.— a pesar de todos sus millones y de su excentricismo Alice pudo ver cómo los ojos de su amado brillaban al ver las fotografías.
— Y al finalizar la cena te entrego otro obsequio, está vez no me ganarás, también tengo dos regalos para ti.— esto provocó una pequeña risa de los dos, cuando estaban juntos todo a su alrededor no importaba, se sentían completos el uno con el otro.
— Ohh, entonces no puedo esperar a cenar rápido, camarero estamos listos para ordenar.— Francesco llamó a un joven para que los atendiera mientras miraba a Alice con mucha picardía, haciendo que sus mejillas se encendieran.
/0/11509/coverorgin.jpg?v=d73cf3b9708711a39e35cad3a7ada4f2&imageMogr2/format/webp)
/0/11476/coverorgin.jpg?v=313f4746f2aae8fe1c76c5144e567b35&imageMogr2/format/webp)
/0/18226/coverorgin.jpg?v=6c79105863c686e15bb90adc2ac8e276&imageMogr2/format/webp)
/0/18416/coverorgin.jpg?v=8984347112fdd6be932fea1350583951&imageMogr2/format/webp)
/0/15798/coverorgin.jpg?v=5c83df96b65270248c8c6ef68dfaefa5&imageMogr2/format/webp)
/0/18672/coverorgin.jpg?v=f7408c4a1029c9751c9ed3f45bce265e&imageMogr2/format/webp)
/0/16303/coverorgin.jpg?v=c539d790f37d4ab04c97cabf4e8e200a&imageMogr2/format/webp)
/0/15858/coverorgin.jpg?v=ee6e51652f3538a24ad76d681610c681&imageMogr2/format/webp)
/0/13944/coverorgin.jpg?v=573d7b0b1f525f3592d5d4bba7a6197f&imageMogr2/format/webp)
/0/18890/coverorgin.jpg?v=191f12d9907261af6286e575b382d9e1&imageMogr2/format/webp)
/0/12080/coverorgin.jpg?v=bdcdc994ec96abbb862ca5c9bfa8edc5&imageMogr2/format/webp)
/0/11039/coverorgin.jpg?v=10b81c56d67b0c23b4562937efffbd28&imageMogr2/format/webp)
/0/17303/coverorgin.jpg?v=581d855c00de26dcef575e89bcc649bd&imageMogr2/format/webp)
/0/18215/coverorgin.jpg?v=c87bdd11ae180c735d3d7bdf4907a405&imageMogr2/format/webp)
/0/18329/coverorgin.jpg?v=c708ace09fd48a0a50a07e2ef8f21936&imageMogr2/format/webp)
/0/237/coverorgin.jpg?v=a9d3e97f702e806c872bb98d1fe378b6&imageMogr2/format/webp)
/0/10746/coverorgin.jpg?v=1f820e28001cbed16edbdb292f6fd81d&imageMogr2/format/webp)
/0/6774/coverorgin.jpg?v=fdccb919a2d70d3cd5ccf481c032398a&imageMogr2/format/webp)
/0/4344/coverorgin.jpg?v=e234b43129df95d416d6a0cd598e30ef&imageMogr2/format/webp)