Rechazando al Alfa
ól
l
as
empo. Abro los ojos lentamente para que puedan adaptarse a las luces de la habitación blanca. Un espacio pequeño qu
cuenta de que aún no me he despertado. Intento concentrarme en lo que dicen, pero no consigo descifrar sus palabr
z es melódica, como el canto de un ángel, y es reconfortante. Ya la había oído antes (creo), pero no rec
aroma a sándalo y eucalipto. Se me hace la boca agua, pero sé que ese aroma no
es un médico por su uniforme. "Me llamo Dr. Rodríguez; ¿cómo te en
inconsciente en este hospital. ¿Qué me ha pasado? ¿Dónde estoy? ¿Cuántos años tengo? ¿Y por qu
de agua y vuelve corriendo a entregármelo. La mirada de Bernal no se había apartado d
n el brazo, "vas a asustar a la pobre chica", le dice, luego me
no. Demonios, ni siquiera nos parecemos. Los dos son dos bombas rubias de ojos azules. No recuerdo de
en que él le pasa el brazo por los hombros posesivamente. "Somos Alfa Bernal y Luna Julia de la manada Eclipse. Recue
sé sobre mí. "Sé que soy un hombre lobo. Sé que mi color favorito es el verde y
lo que no sabes?". Pregunta mientras coge el portapapele
portante que me diga quién soy". Suspiro, empezando a sentirme derrotada al no poder recordar estos d
carné de biblioteca con la foto de una niña preadolescente en el anverso. La niña es pelirroja, del mismo tono que yo, tiene los ojos verdes brilla
ltos que tengo delante, observando sus expresiones en busca de pistas. La mu
Bernal y yo llegamos demasiado tarde, y tú fuiste la única superviviente a
uesen, yo formaba parte de ellos, y ahora todos se han ido. Respirando hondo y calmando los nervios, miro a los adultos q
tés de acuerdo. Tenemos un hijo de tu edad que podrá enseñarte la manada y presentarte a la gente. Hemos intentado contactar con
lgo que me tranquilice y, por suerte, me da su opinión sobre la pareja. "Entiendo que puedas estar nerviosa por ir con el Alfa
que no tengo otra opción que seguirlos a su manada. Sin padres que me reclamen,
anquilizarme. "Te encantará la manada Eclipse", me dice. Pero lo único que puedo preguntarme es
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erreno negro. Se detuvieron en el desvío para que pudiera subirme al coche de forma más eficiente
ezca mientras el todoterreno avanza hacia mi nueva manada y mi nuevo hogar. "Alba, querida, de
supe por el gran tamaño del edificio que tenía delante que estábamos delante de la casa de la manada. Me pregunt
rno por las lámparas solares que bordean el camino de entrada. La casa es de ladrillo, con hermosos setos y flore
. Tomo aire por última vez y las sigo mientras suben las escaleras de la mansión. En cuanto mis pies cruzan el umbral, m
ue tengo en mi cuerpo preadolescente lucha contra mis bajos instintos de ir en busca del olor. ¿Pertenece este olor al hijo
me de la mano, devolviéndome a la realidad e impidiéndome seguir oliendo cada rincó
vadido mis pensamientos desde que lo olí por primera vez en el Alfa y Luna horas atrás. Si pensaba que el o
pelo rubio de sus padres. Sus ojos azules eran tan penetrantes que juraría que me miraba directamente al alma. Noto cómo se le dilatan las pupilas, se le tensa la man
ero y dominante que tiene, "esta es Alba;
ren mi cuerpo con la misma intensidad que antes lo hizo su
Alba es una de las supervivientes de su manada, y no recuerda mucho de ella. Tu padre y yo estábamos cerca cuando ocurrió. Como tu
y tormentosos de fastidio mientras me mira desde el otro lado
se lo mismo de su hijo, que se pone rojo como un tomate de rabia. "¿Hablas en serio? ¿Acaso puedes confiar en ella?" Juliá
ientras se desliza hacia mí como
ciedad bajo las uñas. "Es sólo que nunca esperé que un Alfa grande y malo se asustara de u
cidos y las fosas nasales encendidas mientras la rabia se a
tos. "Julián, te disculparás con Alba mientras le enseñas la habitación de la segunda planta. El antiguo piso del G
n, esperando que le siga. Le sigo en silencio mientras nos adentramos en la mansión, pasando por numerosas habita
: "Esta es tu habitación". Se hace a un lado para que pueda abrir la puerta, y justo cuando estoy a punto de tr
brazo y se aleja de mí. Pero eso no impidió que gruñera mientras se i
cuando yo lo diga. No intentarás ser amiga de mis amigos. Y NUNCA volverás a vestir así. Ni en el colegio ni en casa", gruñe mientras sus ojos rec
a, y empiezo a arrepentirme de haber aceptado venir aquí con el Alfa y Luna. ¿Cómo puede
a, y sé que debería tener miedo, pero algo muy dentro de
túpida petición, pero me lo pienso mejor. Ya he hecho algo para cabrear a este Alfa adolesc
illo y subir las escaleras hasta lo que supongo que es su habitación. Me niego a entrar en mi habitación h