Prisionera del CEO vengativo
ayl
abeza; me costó mucho esfuerzo como a la mayoría
pozos petroleros en Arabia Saudi. Esa jugada casi nos dejó en la quiebra, por poc
asado manchó mí reputa
er. No había nadie que se me comparara, fue un tiempo muy duro, me cerraban la puerta en la cara, querían evitar a toda costa problemas con los Echeverría por los litigios que t
e nosotros los Robinson, habíamos descubierto, las áreas más importantes de Arabia Saudí, los volvía cada vez más ricos, llenándome de cólera, tanto, que hasta termine en la cárcel po
de petróleo en América no recaudaban lo su
saldar las deudas que se
que yo tuve algo que
ta que el señor Echevarria aceptó mis demandas, con mí ú
nio, me quedé un poco aturdido, Dafne se veía exactamente igual a cuando la vi por última vez. Alta, esbelta, con el cabello corto sobre los hom
io me sentí en el pasado otra vez, su mirada me quemó como una ráfaga, algo se
i, de subirme la temperatura
e al entrar, eso me molesto, tenía a su jefe en frente y me ignora simplemente, apret
cara estaba en blanco como un fantasma, y yo disfrute cada segundo de su desesperación, para romper el hie
cuán pesada había caíd
alo de la película. ¿A qué papel jugaba?, ¿La víctima en es
a a pesar de su angustia, todavía quedaba
Me aseguraré de destruirlos y dejarlos sin nada, tomaré sus esperanzas y lo arrojaré al vacío, haciéndoles creer
o antes que quería hacer cuando rompió conmigo, supuestamente, era muy poca cosa para ella cuando todavía no heredaba la empresa de mi padre, no cumplía sus expectativas según sus palabras, me desconcertaba ah
Da
garme a vivir con el en su mansion, me mordí los labios con
eer ese contrato con a
ar dependiendo de ésto, no me tomé el tiempo de leer el contrato con tran
ios Dafne!, ¡¿Cómo pudiste firmar algo tan importante sin leerlo bien ?!-Me recri
er tal escándalo, inmediatamente miré hacia otro lado, se me habí
ito puede hacer lo que se le antoje conmigo
l asiento; lamentablemente no era mí propia abo
ue mostró cuando me veía firmar los papeles. - Aho
as habrás pu
a vas a hace
ato prematrimonial suele ser como un candado imposible de abrir, un seguro inqueb
u número antes de irme, y
Robinson, ¿Qu
estoy arrepintiendo.- al decir esas palabras la mirada de sus hombres se quedaron puestas en el espejo retrovisor de la camio
lo leeré esta tarde y le info
dónde me observaban aquellos dos tipejos. Esta vez fueron ellos los qu
ayler vivía aquí, mi casa estaba a unas pocas calles, ¿lo habrá hecho a propósito?, pero que podría esperarse del
que mis propios chistes sobre Tayler y
algo en sus pantalones p
nte la mirada mole