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Princesa oscura

Capítulo 2 Los cuatro prodigios

Palabras:2670    |    Actualizado en: 26/10/2023

ión de tres pisos, cuya estructura en detrimento traducía el devastador paso del tiempo impactando inmisericorde sobre su armadura. Justo en frente del orfanato se detuvo el carruaje re

sedicioso hijo varón, y a su adorada princesa soportando aquella precaria situación, y no prevalecía su hija por ser la más querida por él, pues a pesar de todos los despropósitos en los que contribuyó el prínc

imaginó, siquiera por un instante la vida sin el gran amor de la suya; su reina, su todo, tras su muerte él estaba realmente destrozado, una parte dentro de sí se desvaneció por completo, como si le hubiesen tratado de arrancar el corazón de un tirón y solo haberse podido llevar la mitad, ¿Y la otra dónde se suponía que estaba? Si, él lo sabía, esa otra parte de su órgano vital reposaba

así de su letargo. - Ya podemos pasar con

en. - Contestó el monarc

usted

se abrió de par en par para dejarlos ingresar. La misma madre superiora Agnes Burns, quien seguramente había sido alertada por el guardia de turno acerca de los honorables visitantes, se levantó de su asiento para recibirlos

superiora, haciendo una pequeña reverencia. - ¿En qué le puedo ayudar? Espero no le parezc

de relevancia magna. Los comentarios sugieren que bajo esta entidad se encuentran amparados

a prosiga bañada en absoluta

urns. - Si, bajo la protección de

en esta oficina, en el menor d

ato! -acató

Los cuatrillizos simulaban tener unos seis años, pero en realidad tenían ocho en ese entonces, sus caras contaban con ese toque angelical que poseían aquellos tocados por el Icor, el rey lo sabía, con anterioridad investigó sobre los vestigios de una posible existencia de legatarios originados a partir de las musas y el dios Apolo, incluso se rumoraba que su madre los dio a luz en las aguas que pisó el caballo Pegaso y que, por consiguiente, convirt

os? -les preguntó el rey mientras tocaba l

espondió Giordano, con sus ojos tan azu

s dos hombres reales, sin advertir en lo más mínimo de jerarquías porque para el pequeño Cyril to

jetó Saxo con la mirada ausent

dió Bastián, el más a

s, se corre el riesgo de obtener respuestas a medias tintas. Permitan que el rey le

rando a cada uno de los cuatro prodigios, como un faro que gira y escanea su entorno, así se sintieron los peq

tián, fui el primero en emerger del vientre de nuestra madre y el primero en bañarse en la fuente, se me otorgó el don de las artes escénicas

el soberano. - Espero ver

le muestro

Seg

Cla

s ade

s se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?... Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir... y tal vez soñar. Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos.

ación teatral de las letras

! - hizo u

gue? - preg

ses. - Gracias a la musa Euterpe, se me fue otorgada la inspiración musical, puedo aprender a tocar cualquier inst

nte! -di

ile qual piuma al vento Muta d'accento e di pensiero Sempre un amabile leggiadro viso In pianto o in riso, è

iendo. - En verdad lo eres, eres un te

s gracia

nes Burns. - Es el rey, más r

estad. -apenado, b

señorita Agnes? -le lanzó una mirada fulmi

za. Prosigan niños, no

además los artistas deben prepararse con anticipac

os hermanos, el prodigio de ojos color verde ace

.-el rey seg

ión de mi don, además de una elaborada demostr

ueremos verlos en acción a todos y cada uno de ustedes, que deleiten al rey Arquem

nza y en el canto coral fueron un obsequio de la musa Terpsícore. -

de su diminuto parlante surgieron notas musicales, desde su interior sonaban las cuatro estaciones del violín de Vivaldi. De inmediato Cyril el prodigio de la danza y el canto coral, comenzó su interpretación de la famosa canc

ícore! -alabó el rey Arquemio. - Gracias por de

usted y todos

lo él sabía brindar con tanta facilidad. Era evidente que los hermanos se admiraban los unos

s tú. -miró el

tó Giordano, el prodigio con cabello negro a

ro qu

reg

onsigo unas hojas en sus manos, se las enseño al rey y la cara de estupefacción del mandatario corroboraba la intensidad del talento que adquirió el muchacho, los colores, el buen uso de las

mio. - Esa es la palabra que abarc

. - Por cierto, mi nombre es Giordano, y fui el último en emerger del vientre de mamá, y aunque fui el último en nadar en la fuen

os por sus demostracio

ue vino? -saltó la pregu

os, por favor.

ue aclare nuestra dud

or favor. -cu

o. - Me encuentro en este lugar, frente a ustedes para exponerles mi

n realmente una opción los cuatrillizos? Ellos sabían que no, no tenían alternativa y les agradaba la idea. El orfanato no era precisamente un centro de buena acogida, pues desde su llegada conocieron el falso altruismo en el interior de sus muros, detrás de la supuesta filantropía de Agnes Burns, se escondían intereses ocul

ril, sin poder contener la

eó los ojos. - Espera un poco para t

ito. Hoy es un día para celeb

yril. -se entrometió Agnes Burns, mirando al pequeño prodigio con tot

ha dicho usted. -Cyr

unta sobre cuando los llevaremos a palacio, la respuesta es: de i

y salieron con la celeridad de las hojas

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