Princesa oscura
evos miembros del equipo. El rey Arquemio no pereció en el tiempo que escatimó, durante ese
ros seis protegidos; entre los que se encontraban los cuatro prodigios: Bastián, Saxo, Cyril y Giordano, además de las dos niñas here
especial, además les daría la noticia que alegraría sobre todo a la princesa, se quedaría hasta febrero, siendo el día 11 de ese mes los cumpleaños de Ira y bueno también del príncipe Odio. El rey Arquemio estaba dichoso, tanto así que iba repleto de obsequios para cada uno d
es con prestigiosos profesores de Atenea y La Rome. Los jóvenes practicaban esgrima, deporte establecido d
ras el florete que sostenía en su ma
tras liberaba su cara de la máscara de protección. -Desci
chá. -se quitó la careta de su ro
señaré unos pa
hermana era extravagante. Su cabellera negra como la noche y los ojos de obsidiana, combinados con la perfecta simetría de su rostro. Se veía im
todo el salón se
uñó Ira con el semblante pálido
u acogedor de la navidad? -sonrió él con ironía. -
también lo era de cupido y hasta de la mismísima afrodita, y cuando lo quería, acudía a esa habilidad de enamorar y persuadir a quien lo mirara con deseo, al límite de que el individuo hiciese lo que él quisiera. Recuerda que cuando se lo comentó a sus
-especuló una em
herman
obnubilada con el príncipe. -Es hermoso. -murmu
nfitriona que digamos, me presento a usted; soy el príncipe Odio, hermano de su
es Nicolasa, pero mis amigos me llam
s tan absurdos como mi exilio a tierras gélidas, jaj
-sus mejillas se enrojecie
a. -inter
algo? -preguntaron lo
echo este asunto ya se va, ¿No es cier
respónde
ué c
nte sincera con papá y
s ocultos y malintencionados
onrió y se
e. -le p
da tu verdad? - le susurró al
tando su cara y viéndol
elo y bríndale una sonrisa ladeada, conllevando un ret
marches, Odio. -le
go de tus dominios. -le dio la espalda. - Por cierto, está muy alusivo el jardín, se nota que sigue i
su estatus en la realeza de Atenea, la princesa desde siempre procuró mantener la amabilidad
de mis visitas. No es una despedida. Ya nos volveremos a ver. -sentenció de espaldas y girando l
placiones. No busques conocer mi
ertido, el príncipe Odio. - ¿Te
replicó ella. - Vete y procura que
veremos.
que se avecinaba un carruaje, en ese momento él debió advertir que se trataba de algún personaje ilustre que requería de las reconocidas
al abrirse la puerta del vehículo,
desplomó en el
es que custodiaban la fortificación, ingresó a Arquemio a sus instalaciones, dejando al príncipe solo, allí postrado en el suelo, todavía atónito, ya sin los movimientos erráticos, estaba inmóvil. No