NAHIBARU -Dios o mítologia
desconocido y patrimonial y vacilan,
s lo profanen -le ataja Bardales, intentando infundirles más miedo del que ya están sintiendo; sin embargo, n
muy convencido de las intenciones de Bardales y no muy convencido de lo escuchado, lo mira con el rabillo
lo haremos completamente ¿Qué dio
ncias sea mayor y por la otra siente pavor por las maldiciones, ya que conoce escuchó de algunas que cobraron la vida de qu
tra nosotros, debemos dejarlo y olvidarnos de él, créeme con lo demás, ten
upe de unos cuantos que murieron por culpa de esas c
órdenes y que los otros trabajadores
e a mí afrontarlos, pero sepan que lo que obtenga
tres cortos venablos clavados en su espalda, otro de los presentes también yace contra las paredes con dos más sobresaliendo de su pecho, pero lo que más les aterra es que la entrada por donde llegaron ahora está sellada por una pesada roca. El testarudo Cavero con su avaricia activó un mecanismo bi
de la grotesca posición, los muertos poco les importaba ya; sin embargo, no dejaron atrás aquellas reliquias ancestrales añorando que les traería en un futuro buenas sumas de dinero que repartirían entre todos y entonces comenzaron a atravesar túneles y cáma
s que hemos recorrido y
e trescientos metros... ¡Maldigo al testarudo de Cavero!
escuchó. Ahora que se quede allí abrazado a lo q
des apúrense, ya llegamos a las salidas de la gruta -
esde la maleza se escucha el sonido del agua correr por el cauce de algún remanso. Tras reagruparse, los dos, quienes hasta el momento han llevado la iniciativa y voz cantante,
o escudriña por un buen rato y desorient
torios salvajes. Busquemos algún sendero hecho por los nativos, que nos devuelva al c
l campamento. Mauro, tú y Gilberto vayan abriendo el paso -ordena
os se detienen, pues este desemboca en un pequeño lago y en él, avistan a una pequeña tribu nómada, de esas que deambulan por la gran selva y que parec
estra salvación, ellos se conocen cada camino d
la carga que sustrajimos de esa cueva y la reco
los lugareños y pasado un instante, sin embargo, de Souza no se siente
istencia. ¿Salimos a su encuentro o los evitamos? Pero piensa
ente recelos de de Souza, pues le está quitando protagonismo ante el resto y acepta su
eguir. Es cierto que a ellos no les gusta ver a desconocidos en sus territorios, es muy posible que lo hagan para qu
os estén preparados, no sabemos cómo nos reci
sus vistosos dibujos de diferentes colores donde predominan el negro y el rojo, los collares, las fibras vegetales entretejidas, las plumas y el algodón, en cambio, los críos que corretean desnudos por el lugar, muestran evidente emoción y curiosidad... Con cautela se acercan a ellos y les saludan tratando de no aparentar nerviosismo. Bardales les habla, pero sus palabras se estrellan contra una barrer
terminadores de vida
así a todos los que de un modo u otro dañan a la madre tierra que les proporciona todo lo necesario para sobrevivir. Armas
etud de sus vidas, somos un grupo extraviado que se alejará con rapidez si no
inar con la mirada los fardos q
s árboles, obligando a las aves y animales buscar otros res
ñaba, pero solo puedo decirles que una criatura aterradora y antigua inv
acen movimientos con los brazos, pero quien les ha estado ha
conocen y pronto el sol perderá su fuerza... Hemos estado viajando por muchas tierras y regresamos a nue
camino a seguir si no acceden a la petición de aquel nativo que les habla en su misma lengua y
la minoría de los aborígenes que continúan despiertos, aguardan por la llegada del chamán que hasta ahora se había mantenido alejado de los forasteros, cuando aparece todos l
¿Cuál de los dos me hablará de esa criatura mist
otro, tras carraspear la garganta por el dulce trago de bebid
Nahibarú" los que la vieron dicen que tiene la piel oscura, brilla
l hechicero y los que le rodean, Bardales, sin poder con
os de un nacido en las profundas selvas, pero hablas la anti
ríe con tristeza, tras unos segund
en dicho trayecto una desconocida enfermedad y fiebre alta se apoderó de sus cuerpos y poco a poco los fui perdiendo en el camino, los