Lágrimas de la Luna: Bailando con los príncipes licántropos
vista d
ó. Estaba atada, con cuerdas fuertemente
ndo? ¿Quién me h
es escuché la voz petulante de Jessica. "No desperd
eó con fuerza. Me habían abandonado en una estación de tre
uso mi padre y mi madrastra estaban
jó: me estaban sacrifican
transformó en un grito: "¡Esto no es co
la esclava sexual de los príncipes, ¡no yo! ¿P
a voz melosa que siempre usaba ocultando su veneno. "Los tres príncipes licántropos
amarga. "Si es una bendición, ¿
Irene vaciló y miró a mi
o la razonable, Makenna. Jessica es demasiado joven para afrontar una vida en el palacio.
strozaron mi úl
tres príncipes eran famosos por su crueldad. Sin embargo, m
"Buena suerte, Makenna. Esa boda que planeaste
bod
erior. Se suponía que Frank y yo nos casarí
olví para mirarlo y esperar que dijera algo para detener esta lo
una risa amarga para bu
esperanza de que él me salvar
e palacio avanzaron y me agarraron como
taron las manos con más fu
atrullar con sus armas colgadas del pecho. Las lágrimas se des
fin cuando este tren
iempo. Los minutos se convirtieron en h
an reunidas unas mujeres aterrorizadas como yo. Era evidente que toda
las entrañas. ¿De verdad ese er
o. No podía mor
das las puertas estaban selladas, con soldados apostados en cada una. Es
lamó una voz severa, sacán
ó marchando. Sus ojos nos recorrieron
nada de emoción. "Quítense la ropa inmediatamente. Los príncipes llegarán pron
¿Quitarnos la ropa? ¿A
nsaba hacer eso. Las otras mujeres también parecían horrorizada
hizo una señal a los soldados. Sin dudarlo, ellos agarraron a un
or, deténganse
a ellos, pero fue inútil. La inmovilizaron contra el suelo y le r
Instintivamente retrocedí mientras el mie
más que objetos que po
látigo: "Apúrense y desnúdense
mbiaron miradas, suplicando un consuelo que ninguna de nosotras podía ofrecerles. Poco a poco,
ídos mientras tenía los ojos cerrados. El peso de mi realidad me ahogaba como una manta sofoc
, que no m
das, de pie en fila y
"Así está mejor. Ahora esperen
bió a la garganta mientras imaginaba a los tres hombres
o transcurría con una lentitud agoniza
stro. Se volvió bruscamente hacia una criada y le gritó u
rada preocupada. "Señorita White, l
Giré la cabeza justo para ver a uno de los soldados caer al suelo. Lo habían pateado como si no
tar la mirada: cincelado, con pómulos altos y cejas que parecían talladas en piedra. Pero fueron sus ojos tormentosos e implacables los que hicieron que toda
leró en el pecho y se me cerró la gargant
ludó respetuosamente al reci
del rey? ¿El que se decía que era el