VENDIDA COMO ESPOSA AL MAFIOSO
liano Lombardo, un hombre al que nunca había visto y que pronto sería su marido. La idea de unirse a un desconocido le producía angustia, pero su situación era aún peor
a. Deseaba con todas sus fuerzas escapar, huir de un destino que no había elegido, pero el amor que sentía por su padre la mantenía atada a aquella realidad desgarradora. Sabía que su sacrificio era el precio que debía pagar por el bienestar de aquel que, a pesar de
ra que la rodea es tan pesada que parece más un funeral que una boda. Con el corazón latiendo con fuerza, baj
-dice, con la mirada fija en él.
erdones-suplicó su padre, con la voz temblorosa de desesperación. -Si no te casas con Max
rmeza, mientras su cor
ondió, con su voz llena de determinación. -Tend
la situación. Max es nuestra única salid
os ojos, pero Abigail se mantuvo firme,
*
s más
mejor amigo y socio, Elliot Jones, un hombre que compartía sus negocios ilícitos en la mafia. La fría mirada de Max se cruzó con l
sucediendo -murmuró Abigail, s
ió su padre con tono de resi
con una sonrisa arr
gran paso, verdad? -dijo, con su voz
respondió ella, tratando
ino al observ
chica respire. Este es un
de encima. -Pero recuerda, Abigail, que a veces l
esión neutral. -Estamos aquí para unir en matrimonio a Abigail Lanc
ntiendo el peso de la mi
pero las palabras s
nterrumpiendo
amor. Lo que importa es el comprom
intió, sin
el uno al otro como esposos, en la salud y en
con firmeza, mientras Abi
finalmente, con vo
i mecánico. -Por el poder que me ha sido
a Abigail con una
alió como lo
e la espalda, preguntándose si realmen
nzó a decir, pero
todo estará bien
pedida y Max tomó la mano de Abi
ho que hacer. Esto
ndo que el verdadero duel
ba en el asiento, Abigail lo miró de reojo, sintiéndose a la vez asustada y molesta. M
ido, como si cada palabra fuera un
espalda, como si le estuviera pr
ratando de mantener la voz firme a p
no hubo calidez
ho más que eso. Pero ahor
e tenía algunas propiedades, pero nunca había sido tan rico como Max. Ella comenzó a recorrer los distintos espacios de la mansión, mientras Max la seguía, atraído por la b
, rompiendo el silencio mientras obse
a, sin poder ocultar su incomodidad
oco más, con la mi
Este es solo un espacio; lo que realme
rprendida por la si
sé si podré acostum
x, sonriendo de manera enigmática
la realidad de su situación la golpeó con una intensidad abrumadora: estaba casada y eso suponía cumplir con el papel de esposa. La i
paz de adaptarse a ese nuevo mundo? ¿Podría encontrar su lugar en él sin perderse a sí misma en el proceso? Mientras sus pensamientos se agolpaban, Abigail se dio cuenta de que, más allá de las dudas, había una