La sustituta consentida del multimillonario
?! ¿Qué ha
erta. Melanie se giró y vio a una mujer de med
bre y la mujer de arrib
Con un rastro de pánico en los ojos, tartamudeó
es mi casa! ¡Tengo todo el derecho a v
ió entre dientes. "¿Te acabo de oír decir que esta es tu casa? ¡P
, que llevaba una minifalda que dejaba ver sus nalgas
un montón de deudas sin pagar. Si mi madre no hubiera intervenido, esta casa habría s
e un edificio? ¿Se suic
o y gritó con la cara roja: "¡Eso es una mierda! ¿Cómo p
crees que estás h
un golpe sordo segu
ujó a Melan
bía roto un hueso
gritó como una loca: "¡Devuélvanme a mi
el cuello de deudas? Se desvanecieron y cortaron todo contacto con nosotros durante diez meses. ¿Y ahora actúan como si les
ace meses. Eso debería haber bastado para pagar pa
¡Qué soñador! ¿De dónde
undos. De repente, volvió sus ojos entrecerrados hacia Xim
re le robó los diez millones que había ga
su padre de la cárcel, pe
baste los diez millones que le envié a mi padre? Fuiste tú quien lo empujó al suicidio, ¿verdad? ¡Bruj
chillo de fruta que estaba en la mesa cercana y
le! ¡Esta loca quiere matarme! ¡Hagan
con fuerza. El cuchillo de fruta se cayó, le arañó el brazo y
enfadada: "¡Elliana! ¡Ve a sacar las cenizas de Mos
rna dorada, Melanie
ía eso... las cen
nos aseguramos de que lo quemaran. De todas formas, tener una urna aquí trae mala suerte. Aquí tienes. Haz lo que quieras co
dificio? ¿Cómo pudiste dejarme en este mundo frío? ¡Ni siquiera te despediste de mí! Dijiste
esa cosa y lárgate! ¡Neville!
pedido. Con toda la bondad de su corazón, le lanzó un billete de cien dólares
iró con el ceño fruncido. «¿Por q
«¡Que te jodan, Neville! Te juro que pagarás por lo que me has hecho. ¡Cuando menos
con impaciencia y luego le c
stro de Melanie al cerrarse la puerta. L
torrencial. Ya estaba oscuro afuera. La tenue luz de las farolas caía sobre su cu
nta. Te lle
la calle vacía. Rodeó la urna con los brazos para evitar que la lluvia le cayera encima. Bajó la cabeza y sonrió con amargura. "L
arreciaba cada vez más. De repente, una
irculaba a toda velocidad. Finalmente,
igura inerte que yacía en la carretera y tartamudeó: "¡Ay...! ¡Di
. Con una expresión indescifrable, dijo con frialdad: "No te quede