EL SECRETO DE TU SONRISA
odo el mundo, no a todos los trata como amigos. Téngale un poco de pacien
me esperaras en los casilleros, ¿Por qué no podías obedecer? – preguntó en tono de autoritario Aitor sin mirarla, tenía su mirada sobre su vaso de wiski. – porque no eres mi jefe, me dijiste que no eres mi amigo y estas tomado, además fumas y no confío en los que fuman – respondió ella – otros 2 tequilas para la 8 – solicitó ella a Fernando, Aitor se giró y la tomo por la muñeca para quedar frente a ella - hoy, encontré a mi novia, en mi apartamento, con el que supuestamente era nuestro amigo, en mi cama y descubrí porque desaparecían mis corbatas. – murmuro él con molestia
ía, lo ayudó a levantar y lo llevó a la zona de los casilleros, lo acostó en el suelo detrás de aquellos cajones y regresó al salón para terminar de acomodar las sillas y las mesas. Casi dos horas después, empezaron a sali
e encontraba, quiso ver sobre qué estaba acostado que le había maltratado su cuello y vio aquellas piernas, subió la luz y era ella. Cuando iluminó su rostro ella hizo un gesto de
Ho
digas que volviste a tu ap
para sacarte y no podía dejar que el jefe te viera así, entonces como pude te ayude a caminar tras los casilleros para mantenerte escondido aquí, pe
quién
do en el club –
istrador, no dejes que te vea en e
é hor
as
al, seremos despedidos – respondió ella con una risa fingida. – te llevo a desayunar, tengo que compensarte lo de anoche – indicó Aitor abriendo la puerta del copiloto de un BMW deportivo negro. – definitivamente tu debes ser el 007 – dijo ella viendo aquel auto, él soltó una risa sonora y subió al lugar del conductor – debo ir a casa, mi abuela debe estar preocupada. – pidió ella. – debo compensarte. De verdad, siento lo que dije anoche, no recuerdo nada y tengo mucho dolor de cabeza – dijo Aitor presionando con sus dedos su entrecejo - pues me parece que anoche dijiste algo de dejarme el carro que tenías fuera, creo que te referías a éste – bromeo ella y él se carcajeo fuerte – Buen intento, pero este bebé nadie lo toca. – respondió él. – entonces ¿si somos amigos? – pregunto ella. Él la miró y asintió. - ¿qué vas a hacer con tu novia? – preguntó Yaiza, él apretó el volante y puso la cabeza hacia atrás – debí haberlos reventado en ese mismo instante. ¿Supongo que sabes lo que duele que te rompan el corazón? – preguntó él - ¿es igual a los cólicos menstruales? – él abrió la boca como intentando decidir algo y entre cerrando los ojos – no lo sé, no me dan
scogió el color – expresó Aitor mirando aquella casa. – yo – respondió ella con su habitual sonrisa - y también la pinté yo misma. Si necesitas alguien que pinte tu casa me llamas – dijo ella an