El Capo que olvidó a su amada esposa
Villar
o, frágil como el humo, antes de que Dante parpad
brusco y espasmódico, tratando fí
de mi vis
ecor
ealm
en la programación
né hacia los elevadore
mi pulso, una agonía sorda y
ría la sa
servicio hacia el
al. Estaba caminando de un lado a otro, sus tacones golpe
ne nuevo, perra! -
a dignidad de
iudad de México. Desde esta altura, la ciudad no pa
a suite se abr
e en
o esta
Doña María Mond
sueg
su hijo convertirse en un monstr
teñido de un negro severo y ojos que juzgaban
ja de terciopel
uera más que un mueble mal colo
la familia,
ó la
. Era una pieza pesada e intrincada
de la famili
había dado el
irmar de vuelta a mí sin saberlo. Pero físiochó alrededor de
una mueca de desprecio-. Elena nunca tuvo el cue
do las piedras frías co
Prometo darle a Dant
ntió con a
mos. Un heredero. Algo q
olió, aunque e
era es
unca me había tocad
a sacó su
quieren sal
o en a
ez y doce años, lo suficientemente grandes para imitar la crueldad de
la voz de Marco crujió
-añadió Stefano-. ¡Di
ía rio s
os tan a
on fría d
ola presencia altera el e
adelante y
etada fuerte,
mi mejilla, ras
me
cobre e
e, Madre -
a aburrida,
a hinchado al doble de su tamaño,
, como si tratara de resolver un rom
el inventario -d
itaba
vibró en m
zum
la señal
xtracción esta
el pen
instinto en mi cuerpo
lobby y salí por la puerta
río golpe
iré
as cuad
dos calles más allá
e, B
con
taban parados al f
esperando a que sus
e agua de plástico d
n sonr
s dio el Tío Dan
pistola v
sp
casa, niñ
tiempo
retó el
líquido sal
ba agu
star mojad
olpeó mi cue
entía c
ía como
mil abejas pi
vó de mi bl
disolvió
debajo comenz
it
onocí, un desgarro primi
e quemada llen
or indu
id
gudos y crueles, y
derretía, dándome cuenta de que en esta