El Capo que olvidó a su amada esposa
Villar
ta de huéspedes convertida en el borde de la propiedad
rdor, me arranqué la blusa q
se vino
ar para no desmayarme, el sab
El choque me hizo jadear, pero el dilu
e agua rosada ir
azaban el camino del líquido. Dejaría cicatriz. Llevaría el
olentamente, y me envolví en u
res; simplemente lo reportarían como un accidente tor
escondido bajo las tablas del piso, recuperando lo
mendándose en las trincheras, insensible
eron seguros, fui al librero y
álbum
pa y encendí un cerillo. La llama vaciló, pequeñbrillante de Dante desliz
itió, deformándose en una mancha grotesca. El fuego
otó hacia adentro, enviando astillas
taba en
endo y bajando. Me vio. Vio los vendaje
un segundo, vi preocupación: un d
ndo. Vio su propio rostro si
sparcieron por el suelo. Pisoteó el fuego, extingu
e carbonizado. Era una foto de
ó, lue
dijo, su voz pelig
ntaste
? -su
lo hiciste a ti misma. Para incriminar
n sonido s
me eché ác
perdiendo tu control sobre el dinero de la familia,
rró la
r
fue cegador, can
de la casa, lanzándome sobre su
on mi mano buena. -
principal, pero no me llevó por la puerta principal.
-. Dante, por
Estaba insonorizado. Olía a óxido y cloro
rojó sobre la mesa de metal en el centro de l
illos. Ató
ndo la única bombilla que
i espos
de una palanca. Un zumbido hi
Pren
aplastar dedos, para extraer in
o tienes derecho a quemar mi
mi abdomen. No iba a aplastar mis manosl. La placa
ontra mis
resión inmensa
a tensión. No podía inhalar.
ó-. Admite que m
La habitación comenzó a girar, y p
ada por el hombre que ha
ersona que alguna vez me había ofrec
a -j
en el silencio de la cámar
. Su mano se det
a? -r
eció, frotándose la sien como si el nomb
amaría al nombre del
z, vio miedo. No el miedo de una mentirosa a
la má
de aire irregular, tosiendo mientras el ox
nos como si fueran objetos extra