Mi paz más allá de su arrepentimiento
costillas, un tamborileo desesperado y frenético. Vi el brillo de las lágrimas en sus ojos entonces, lá
esa por las lágrimas no derramadas-. Por fa
andon, lo sola que me sentía, cómo su constante desprecio minaba mi autoestima. Había derramado todos mis
tre sollozos, las lágrimas corriendo por mi rostro-.
án del que me había enamorado: el que era tierno, comprensivo, que me abrazaría y prometería que todo estaría bien. Co
su teléf
compañado de un mensaje frenético. *¡Güey, ya van a empezar los shots en
ó, reemplazada por un viejo y familiar resentimiento. Me mir
istante-. Estás siendo irracional, Cecilia. N
la p
o hacia adelante, tratando de bloquear su cam
na expresión
. Y siempre me aceptas de vuelta. Te calmarás. -C
ido nauseabundo, vibrando por todo el departamento.
to amor para su regreso ahora frío y burlón. Dos platos, todavía humeantes s
do cervezas, apostando, riendo con un grupo de chavas con poca ropa. Los pies de foto de Brandon eran burlones, casi presuntuosos.
baño, vomitando hasta que mi estómago estuvo vacío y ardiendo. Las lágrimas llegaron entonc
. Ataque de ansiedad agudo, dijeron los médicos. Provocado por estrés extremo. Me dieron sedantes, mo
o vibrante y despreocupado, viviendo su mejor vida, completamente ajeno al hecho de que yo estaba conectada a un suero, l
on una mujer en una fiesta en la alberca): *¡
o a la "novia controladora" de Damián. Y entonces, el giro final del cuchillo: una de las publicaciones d