La mentira de tres años: La venganza de la esposa
n Valle de Bravo a nuestro antiguo penthouse en Polanco. Lo llamó "reintegrarme", u
de náuseas me invadió. Era nuestro hogar, el lugar donde Edgardo y yo habíamos
lugar había un derroche de muebles de terciopelo afelpado, recargados detalles dorados y llamativas pin
Estaba envuelta en un vestido de seda, de un fucsia impactante que me dolía en los ojos-
una elegante lámpara de diseño personalizado. Recordé haber pasado semanas con un renombrado artesano, diseñando esa piez
ura perfecta-, es nuestro hogar, Elisa. Edgardo me dejó redecorar por com
mpre había elogiado mi gusto, mi ojo para el detalle. O eso pensaba yo. Lo recordaba diciendo, años atrás, cuando yo me angustiaba
Me había negado un simple cambio de tela para las cortinas cuando se lo pedí, alegando que las e
n en los ojos de Amelia, rápidamente reemplazado por una satisfacción e
detrás, rodeando mi
-Besó mi sien-. Es hermoso, ¿no es así, m
e, lo suficiente para crear un
a sardónica tocando mis labios. Que lo interpre
ríamos celebrar. Solo nosotros dos. Tengo una botella de ese champán vintag
ría mantener la fachada de mi "amante", su "esposa". Pero también quer
tunidad
creo que me iré a acostar. Todo este... cambio es un poco abrumador. -Me froté las sienes, fingi
go de alegría maliciosa. Probablemente pensó que finalmente
vidente. Me agarró del brazo, su agarre sorprendenteme
tudio privado, luego mi estudio de arte, ambos ahora redecorados hasta ser irreconocible
a puerta, abriénd
s. Tu peque
e principal. Mi estómago se contrajo. Esta solía ser la habitación de invitados. La habitación que la p
bras de la redecoración principal. Sobre el tocador, una colecc
Tengo tantos que ni siquiera sé qué hacer con todos. Edgardo es tan generoso. -Cogió un reloj c
ario de mi "muerte".
acerqué a una vitrina de cristal, llena de joyas bril
na estudiada indiferencia-. Edgardo insistió. Después de t
lí, acunado en un cojín de terciopelo, estaba el colgante de esmeraldas de mi madre. El que había usa
l colgante de mi madre. Mis joyas de boda. ¿Nada era sagrado para ellos?
miliar, un regalo de mi abuela, especialmente diseñado con el escudo de los Cantú. No era llamativo,
notó mi
de muñeca-. Edgardo dijo que era de tu abuela. Tan antiguo. No sé por qué lo guar
El broche de mi abuela. El legado de mi fami
o -dije, mi voz tens
e a ti te gustaría. Siempre fuiste tan... clásica. -Sonrió, una sonrisa burlona y odiosa-.
tro de mí era mucho mayor. ¿Él me había llamado así
adamente tranquila. Me di la vuelta para irme,
a molestarte. Es todo mío esta noche. Tenemos que... ponernos al día. -Su intenció
s a los costados. Podía oír la risa triu
ado jarrón de cristal de una mesa cercana. Mi intención era solo romperlo, hacer ruido,
ojos se e
fachada de amnesia momentánea
, su suficiencia momentáneamen
é di
e todavía sostenía. Mi mano se disparó, tratando de
voz resonando con una fur
aferrando el br
loca! -Lanzó un zarpazo,
terior. Eso fue todo. Mi control se rompió. Los años de manipulación, la vida robada, lo
ltar el broche de mi abuela. Cayó con estrépito sobre el
! -escupí, mi voz
u rostro contorsionado en
ardias! ¡Me
, tirando. Tropezamos, cayendo sobre una alfombra afelpada, estrellándonos contra el suelo
e que estás muerta! -gritó, su voz
rabia reprimida. La golpeé con la rodilla, la empujé
s con ojos grandes y asustados, su rostro transformándose en el de una víctima inocente. Su cabello estaba desordenado, unos cuantos arañazos en su bra
e con un dedo tembloroso-. ¡Se volvió
os. Me agarraron de los brazos, levantándom
, luchando contra s
o Edgardo aparecía en el umbral, su rostro como una nube
de Amelia, mi apariencia desaliñada y sangrante, los bolsos esparcidos
sando aquí? -rugió, su
sus brazos-. ¡Está loca! ¡Recuerda cosas, dijo q
estaba burlando de mí! ¡Intentó romper el broche de mi abuela! -
n. Miró el broche, luego de nuevo a
enterrando su ro
. Celosa de que soy Elisa Cantú. -Su voz estaba ahogada, pero
. La pura audacia. L
bras saliendo de mi garganta-. ¡Eres Ameli
de Edgardo, sus ojos abier
da de terror-. ¡Recordó! ¡Edgardo
a luz peligrosa. Se acercó a mí, sus pasos pesados. Los gua
la mano, su mano envolviendo mi barbilla, forzando mi cabeza hacia arriba. Su agarre fue br
crueldad. Mi arrebato había sido un er
cabeza... realmente me duele. Solo... -Traté de parecer confundida, desorientada, como si el recuerdo hubiera venido y se hubiera i
razón latió con fuerza, un tambor frenético contra mis costillas
compostura. Caminó hacia el broche arrugado, recogiéndolo-. Necesita saber quién está a cargo ahora. -
de horror. El broch
lamento de dolor escapánd
onido escalofria
-Arrojó los pedazos rotos al suelo a mis pies-. Quizás un poco de ti
destrozado por el dolor y la humillación fresca. El broche de mi
ovista de emoción-. Necesita aprender su lugar. Y Amelia tiene
elo. Giré la cabeza hacia atrás, encontrando la mirada tri
de terapia", un eufemismo para otro nivel de tortura, otra capa de su control. Pero un nue
la historia de mi familia. Acababa de cometer su error. Me había dado una nueva y má
ncioso para mí misma, mientras la puerta de la "sala de t