La mentira de tres años: La venganza de la esposa
a se aferraba a mí, pero lo reprimí, en lo más profundo de m
rabilidad-. Realmente me duele la cabeza. Y mi cara... me arde. -Toqué mi mejilla, fin
era falso. Se arrodilló a mi lado, su mano suave en mi brazo. Un
estabas tratando de seducirme. Un malentendido, eso es todo. -Suspiró, sacudiendo la cabeza como si est
ujer que me había atacado brutalmente, desencadenando el regreso d
abiertos y aparent
lo estábamos. ¿Por qué pensaría eso? -El tono de pre
algo ilegible en sus ojos. ¿Culpa? No, no Edgardo. Molesti
mirada de nuevo a la suya-. Ella solo... ha tenido una vida difícil. Te a
hora. Era bueno en esto, pensé. Tan bueno para torcer la realidad, para pintarse a s
onerlo si no aceptaba el divorcio y se mantenía fuera de mi vida. Esa debía ser la razón. Por qué me necesitaba fuera del camino. Por qué el accidente. Por
u aliento cál
ección, claramente. Me aseguraré de que entienda su lugar. -Acarició mi cabello, su t
l estaba casado con Amelia. La audacia. La maldad pura y sin a
solo yo podía oír-. Me lastimó, Edgardo. Físicamente. Eso no está bien. -Lo miré, dejando que una sola
su mandíb
me, su brazo alrededor de mi cintura, guiándome hacia la puerta. El entorno familiar de la
o. Amelia. Apareció desde la esquina, sus ojos moviéndose entre Edgardo y yo, una sonrisa triunfant
cutir los diseños para la nueva ala. Ya sabes, la de nuestra suite principal. -Su mirada se desvió
nueva ala. La suite princ
ahora, una advertencia-. Estábamos h
sonido áspero
ó contoneándose, sus ojos brillando con una confianza depredadora-. Mírala, Edgard
e plata. Mi relicario. El que mi madre me había dado en mi decimoct
-. Lo encontré. Tan anticuado, ¿no? Pero Edgardo dijo que solías amarlo. Es curio
con alegría. Ahora, esos rostros se habían ido, víctimas de una mentira cruel
gardo. Mi rostro permaneció como una máscara de co
do en mis ojos. La confusión era real, una mezcla de la amnesia fi
rió con su
cia Edgardo-. ¿Ves? Te dije que estaba completamente perdi
brazo de Amelia,
a, Am
irón-. ¡Necesita saber su lugar! ¡Necesita saber que yo soy la mu
mi confusión se transformara
Pero... ¿no e
ó. Miró de Amelia a mí, un de
volvió hacia mí, su voz recuperando rápidamente su falsa calma-. Elisa, querida, ella
Amelia, su voz
Amelia. Ahora. Hablar
e fue pisando fuerte, la bata de seda susurrando, p
se volvió hacia mí, su rostro una complej
emocional. Y es muy protectora conmigo. Malinterpretó todo. -Suspiró dramáticamente-. Tu accidente...
ambiando la narrativa, retorciendo la verdad. Estaba culpando a
ré, mi voz todavía frágil-. Pero tú diji
ó mi
... una forma de continuar tu legado. Fue su manera de sobrellevar la pérdida. Y una forma de mantener a flote al Grupo Cantú. La familia necesitaba un ro
lor que disfracé de miedo. El legado de mis padres. Pone
quebrándose-. ¿Por qué me lastimaría si me
brazos. Me puse rígida, luchando
der lo que ha construido. Te ve como una amenaza. Pero
mi cabeza, un gesto pose
te pasara nada, m
como una promesa, pero escuché una amenaza. Nunca me pe
ándome ligeramente-. Me siento tan co
calculada de preoc
... quizás sea mejor si nos enfocamos en nosotro
e. Giré la cabeza, dejando que
pecho ligeramente, un gesto de rechazo suave que no lo provoca
ido de sufrimie
No podemos simplemente enviarla lejos. -Hizo una pausa, un brillo perverso en sus ojos
erza. ¿Era esto una pru
solo... solo quiero paz. Y que ella no me toqu
onrisa oscura
Ambas a mi lado. Tú, el verdadero corazón del Grupo Cantúntú, la mujer con la qu
er su imperio robado, su esposa robada y su prisionera, l
dea, fría y aguda. Esta era su debilida
apenas por encima de un susu
á a tocarte de nuevo. No dirá nada que te moleste. Tienes mi palabra. Siempre y cuando t
s llenos de fing
ser yo más? ¿No le dirá a
ó una sonrisa ten
. Pero no te menospreciará. Lo prometo. Siempre serás mi Elisa. -Hizo un
ir mi vida. Con el hombre que había ordenado mi muerte. Pero esta era mi opo
jada de mí. No más toques. No más golpes. No más llamarse a sí misma... mi no
irada triunfan
lla. Entenderás su situación. Después de todo, ella
ta. Incapacitada. Quería decir muerta. Asentí co
las llaves de su reino. Encontraría una salida. Reuniría cada pieza de evidencia. Reclamaría mi nombre, mi fortuna, mi identidad. Y le ha
ando realmente. En secreto, alcancé el celular desechable que todavía estaba escondido en
iando mi cabello-. Esa es mi E
mi garganta. ¿Comprensiva? Ya v