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Su Matrimonio de Lástima, Mi Feroz Regreso

Capítulo 3 

Palabras:1113    |    Actualizado en: 16/12/2025

Aurora

todo. El ardor en mi mejilla no era nada comparado con el hielo que se formaba en mis venas. Me levanté, lentamente, mi c

to y absoluto desastre. Todo por culpa de esa pequeña zorra manipuladora de Kiara. Y ahora tú, Aurora, echándole leña al fu

, desprovista de emoción. "¿Borrar nuestros siete años, nuestra empresa, toda

molestia. "Aurora, esto no es lo que quiero. Nos quiero a nosotros. Kiara es un error. Un lapso momentáneo. Te lo dije, lo arreglaré. Obtendré una anulación. Será como si nunca hubie

udiera tocarme. La idea de su contacto me erizaba la piel. Las náuseas, que habían sido

e mis labios. "Jacobo, todo el mundo ya lo sabe. Ese vide

No se atrevería". Volvió a arrebatar mi celular, sus dedos torpes mientras inte

n me invadió. Las náuseas no eran solo asco o desamor. Era una sensación familiar, una que había estado

embar

bé de

os planeado tan meticulosamente, ahora manchado por su monstruosa traición. Miré a Jacobo, todavía absorto en

No con la sombra de Kiara acechando, no con el recuerdo de su mano en mi cara, r

lazos con él, cada pieza de la vida que habíamos construido. Mi hijo, la vida inocente que crecía dentro de

los hombros hacia atrás, mi mirada inquebrantable. "No habrá anulació

. "Aurora, no seas ridícula. Esto es solo un contratiempo. Una pesadilla de relaciones públicas, s

ejilla amoratada. Pero no era una lágrima de tristeza. Era una lágrima de finalidad. "No

Todo lo que tienes está atado a mí, a nosotros. Nuestra empresa, tu reputación, tu futuro. ¿Crees que puedes sim

fuerza. Me di la vuelta, una feroz determinación ardiendo en mi alma. Salí de la

me detuve. Salí del lugar, pasando junto al desconcertado valet, y salí al aire fresco de l

a llevar a su hijo. El peso del mundo me oprimía, pero en medio de la aplastante desesperación, una pequeña chis

lular, arrojándolo al asiento del pasajero. No quería escuchar sus excusas, sus intentos de manipulación, sus

urbanas. Mi mente era un torbellino de emociones, pero una decisión se destacaba, cruda e inflexible. Me detuve, mis

scombros de la relación tóxica de sus padres. Y yo merecía la oportunidad de sanar, de reconstruir, de convertirme en la mujer que estaba destinada a ser, sin la

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