Las Cenizas de Nuestro Amor
o P
e se sentía como un peso aplastante. Lo había dejado sobre la chimenea, como un adiós silencio
, hacia el salón de la mansión. Los objetos familiares que me rodeaban, los mu
biera distorsionado la realidad, desp
. Sin el perfume de las flores frescas que Silvana siempre colocaba, sin el murmullo de su
orzada que nunca había notado. Ahora, en su mirada, veía la tristeza oculta, la resignación. ¿Cuándo se hab
Silvana, era la ausencia de la vida que ella traía consigo. La risa de los sirvie
de los negocios, del imperio Serrano, recayó sobre mis hombros. Reu
en los contratos, en las alianzas. Mi pensamiento ún
a casa. Ella era la administradora impecable, la que mantení
os eventos, se encargaba de cada detalle
dicación. La di por sentada, como un mueble más, una pieza deco
bía programado, las citas, los contactos... no sabía nada de eso. La prim
nte, el líder carismático. Era un títere, un ignorante. Ella no era solo mi esposa, era
quemadura constante en mi pecho. Me recordaba cada error, cada humillación, cada t
i infierno personal. Y a
ana
raba por las ventanas. El viaje había sido largo y agotador, un viaje de regreso a un
de mi madre y mi bebé en mis brazos. El sol del atardecer teñía el cielo de tonos anaranjados y ros
n como viejos amigos. Cada casa, cada árbol, cada rostro... todo er
sacó de mi ensueño.
rcado por las arrugas, pero con ojos llenos de bondad. Dejó caer l
icas, sin la frialdad del mundo que acababa de dejar. Era el primer abrazo re
has dormido bien?" Doña Carmen me tomó el rostro
simple bondad de una persona, por la calidez de la humanidad que había olvidado.
i maleta y me guio hacia mi antigua cas
blancas, como fantasmas. Pero el olor... el olor a madera vieja, a especias de
sentí que no solo limpiaba el polvo, sino que también limpiaba mi alma.
, de los vecinos, de las cosechas. Habló de cosas sencillas, de la vida real. Y en esas conversacione
ón. Y en esa conexión, encontré una paz que el lujo de la mansión Serrano nunca pu
mente, dolorosamente. Ya no me hundía en el abismo de la au