De Incubadora a Emperatriz
A PIÑE
ocupación, resonó en mis oídos mien
los lobos!",
lobos se cu
damente, y un trueno lejan
enta se
a tierra mojada, en el viento
tuvo. Una punza
báñez, me había ense
, ahora, me g
í. Sino p
. Los jactanciosos, los qu
diendo en mi pecho, pero algo más, una e
nuevo al claro,
clamacione
ardo, corría de un lado
ardo ha desapar
zón se
histéricamente, aferra
l oso! ¡Quería impresio
do persiguie
incredulida
i voz sorprendentemente
acia mí, sus ojos
empre lo provocas! ¡Estaba
oso en una tormenta a punto de caer?"
s grande que he esc
itó Enrique, el otro a
espo
aron el bosque,
re nosotros, la lluvia co
o, atado a un árbol, re
s, me acerqué, desaté
as!", grit
voz resonando con una aut
e aquí. No hagan ni
e, dejando atrás sus gri
?, me pregunté. ¿P
ta no tard
amor. Ni
. Una deuda que m
cidente, un caballo desboca
de antes, el que cre
brazo al sa
eudada. Atad
uda de
eberle nada. Abs
buscaría. L
a deuda est
sería
l caballo sorteando ramas
ue mi refugio, ahora era
Las sendas, los a
había enseñado los secr
e parecieron hor
suelo, inconsciente,
de él, yacía muerto a u
bía ganado. Pero ha
en un ángulo antinatur
lo, mi corazón la
i vista se posó en
go. Su boc
zón, estúpidamente, espe
, una disculpa. U
ro
.", susurró, su voz
ti... por imp
que me recor
ncia, ni siquiera al borde
ra por
arga se dibujó
nía que sald
ficultad, su cuer
ándolo con las riendas
nto, un aullido r
otro.
a de
os en su
frío de terror,
Por la
ban, sus ojos brill
para pensar. S
que siempre llevaba conmig
única
, sus dientes afilados, su
cuchillo brilló
y el lobo c
venía
a herida, cada golpe, cada corte, u
deuda. Era por mi v
edieron, dejando un rastro d
cuerpo dolía, mi r
i b
agudo, un ard
herida profunda, sa
rdida
humor se dibuj
abía roto el
a roto el
había mord
estaba
ra
l caballo de nuevo, lle
regreso fue
ra insoportable, la sa
o me d
laro, la mansión Bermúdez est
rmían. O
o, mi cuerpo se de
onsciente, se de
!", la voz de Frida
u rostro pálido, sus ojo
l alivio en su rostro s
vi
!", dijo, su voz con
asó? ¡Está
aba agotada, al
evar a Gerardo al hos
á muy
de la mansión, sus rostros llen
s ojos se llenaron de al
ma? ¿O
lo, la oscuridad regr
fuera por completo, e
lo salvé! ¡Fui yo quie
oscuridad