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La esposa indeseada, su corazón vengativo

Capítulo 6 

Palabras:1008    |    Actualizado en: 22/12/2025

a Herr

imiento, Eva? ¿Tienes algún concepto de lo que significa perderlo todo, se

ían, ignorando el dolor

onada mientras te ahogas en tu propia sangre. Es despertar para enterarte de que se ha ido y descubrir que el dinero nunca llegó. Es ser intercambiada como ganado a un monstru

uebró, crud

tu interminable 'iluminación filosófica', te a

estello de miedo genuino en sus ojos

n el teléfono pegado a la oreja, su rostro tenso de fastidio. Vio el

atamente hacia él,

stá siendo difícil. Se niega a firmar la renuncia. Es

ojos grandes

as esto para nosotros,

rar el cuchillo, cómo hacer de s

Alivio de no tener que lidiar con eso directamente? Dudó por una f

uave, desesperada. "No me hagas hacer esto. No

apar un susp

a, Alejandro, quizás no estamos tan alineados c

a aparta

su punto de quiebre. No se arriesgaría a perderla de nuevo.

lo, Is

a baja, p

¡Es absolver a criminales! ¡Por un pájaro de madera, Ale

bur

Se trata de proteger lo que es m

a, su voz bajando a

tes' que sufrió la galería Herrera durante los últimos años de tu

Lo sabía? ¿Se atrevía a

atrev

s eran

Firma el ma

abía pensado en todo. Me tenía acorralada. Por mi padre, había soportado. Por mi pr

mi derrota. El papel se nubló a través de una cortina de lágrimas. Mi cuerpo temblaba con sollozos reprimidos, mi pe

s ojos, una sombra fugaz de incomodidad. Pero fue fugaz.

nrisa triunfante i

. ¿Ves? No fue tan

de Alejandro, su

a gala no asistirá

or última vez, una mirada fría y vacía, luego se dio la vuelta y sig

lágrimas corrían por mi rostro, calientes y furiosas. No era solo el dolor; era la desesperac

neón parpadeantes afuera. Habían pasado semanas. Semanas de fiebre, de dolor, de esforzarme por san

resolución fría y dura. Ya no e

de plata con la foto de mi padre adentro. Todo lo demás lo dejé atrás. Todo lo asociado con Alejandro, con los Villarreal, con es

torno del violonchelo que una vez amé. No podía llevármelo

rmentados, pero había un nuevo brillo allí, una resolución de acero. Ya no era Isabela H

ba l

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