Traición de Sangre: La Venganza del Verdadero Heredero
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estrador después de ocho años era el fin d
monstruo que nos había mantenido cautivas. Estaba convencido de que yo era el produc
e obligaban a fregar pisos mientras su h
mián me sorprendió comiendo d
ndome la pierna en el césped perfectamente cuidado, él solo o
herida de bala y el hospital no tenía sa
gre para salvarlo, esperan
lo
madre me echó de la casa, entregándom
he se alejó de que el expediente méd
a sucia. El ADN co
ja del secuestr
a suplicar perdón años desp
é una orden
ítu
vista de
un rifle con silenciador se apretó contra mi frente y ella n
n sótano en la Sierra de Coahuila, una jaula
arrancó la puerta de acero
del único foco que se balanceaba sobre nosotras. Hombres con eq
an po
s gritan ad
con la eficiencia sincro
ni siquiera tuvo tiempo de alcanzar su escopeta. Uno de los soldados lo golpeó con la
suelo, inconsciente o
de cemento húmedos, aferrando el dije de plata que le había robad
urré, busca
quitó de
ción de pánico.
risa, con los ojos fijos en la siluet
atmósfera cambió al instante,
án G
ugados con los que Beto se burlaba de nosotras. El
pad
estábamos atrapadas, hecho a la medida para unos homb
e en el suelo. N
a miró
profunda, un estruendo que
ami
sobre él. No me mir
i fuera la única cosa sólida en el universo. Él la rodeó con sus braz
uello, inhalando su aroma
a doce años, estaba desnutrida y vestía una cam
o adelant
endida en el aire, fr
za levantó
clavaron e
Esperaba alivio.
io, vi
e miró con la misma expresión con la que uno miraría a
ro, abso
más a él, protegi
orquería de mi
ero llevaba el peso de
ró del brazo. Su a
dije clavándose en m
ió Damián. Me miró con despreci
ería a
ción de su esposa. Creyó que yo era l
ojos. Quise gritar que mi sang
me arrastró haci
atrás una
n, dándome la espalda. Había elegido a su
daño colatera
burban negra blindada. Los asientos de pi
elante. Yo me senté sola, flanqueada por do
o del coche, combinado con el shock y
ubió por m
pero fue inútil. Vomité sobre
a se detuvo
se abrió
esado del coche de adelante.
xistencia", dijo, su voz baja y pelig
hacerlo. El odio en sus
a de mí. "Y pónganle una bolsa en la cabeza si va a vom
uerta de u
Finca Garza un
ogar. Era u
sión enorme que parecía haber sido tallada en dinero
llí, contenida por un
a. Ella se veía frágil, hermosa
protecto
ras dest
llevaron hacia una entrada later
stida con un impecable vestido b
fí
a. La hijastra
nrosadas de salud. Sostenía una
e arrastraban hacia l
fundida. Parec
nr
sa de un depredador que se da cuenta de q
ta. Diana Garza. La Matriarca. Llevaba
go al jefe d
pal", dijo. Su voz era seca, como
a ponemos
vuelta, revisa
o en el sótano. Límpienla
rada principal donde Damián besaba l
r", dijo Diana. "No podemos permiti
a de roble se c
a en
bía estado