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Traición de Sangre: La Venganza del Verdadero Heredero

Capítulo 3 

Palabras:1023    |    Actualizado en: Hoy, a las 12:06

vista de

legó la citación. Damián

a masculino de pergamino viejo, cuero fino y

rio de caoba, juntando mis manos t

freció

ón en un control remoto que

a montada en la

ransmisió

izada con frías paredes de concreto. En e

aba atad

masa hinchada y morada, y sus dedos est

ntañas trabajaba en él

se revolvió

mián, su voz desp

ré, la bilis subie

mano contra el escritorio, el

temblando mientras fijab

su tono bajando a un peligroso y bajo estruendo. "Tocó a mi esposa. Me

us ojos oscuros t

l recibo d

, la pantal

. "La ley sabe que estás aquí. La prensa sabe que fuiste '

elante, el cuero de

ro desencadena aunque sea un momento d

sonaba hueca, como si pe

ue

al sótano per

n pequeño lavabo. En verdad, no era mucho mejor que la

necieron en una nebl

ntre las sombras, tratando de

o me dejaba

arde, una tarea que Diana me había asignad

, su voz goteando

de cristal de l

o añicos en un millón

ndo la tranquila casa. "¡Elisa rompió

o de su habitación, co

idos por la alfombra. Lueg

on las manos levantada

, su rostro se arrugó. "¡

no vio a una niña de doce años.

Leonora, retrocediendo co

espaldas de su madre, un brillo

mamá", dijo So

ñas clavándose, y me arras

igo", susurró Sofí

, la brillante luz del so

, gritó.

ue seca, p

nsando a la sombra del patio.

io c

to se apo

ológica, y yo

la segurid

or detrás como u

ellaron contra el césped bien

se cerraron en

it

o, cegador, consum

raron el músculo y

ndo de quitármelo de encima a

umbó una voz profund

ra S

nte, gimiendo mientras baj

ierna sangrante. El césped verde impecabl

a través de un

a en el patio. El Patri

como una barra de acero. Se apoyaba ligerament

a S

fía", dijo. Su voz era tranquila, ter

tó si est

mi pierna destroz

", le dijo a un guardia

ó hacia e

ba allí. Hab

ojos se e

angrando. E

ió a entrar, cerrando las pe

última brasa de esperanza e

tesia. Estaba acostumbrado a tra

quedaban lágri

oche, la casa e

ntemente. Los guardias se gr

erior de las escaleras,

iendo, su habitual co

asó?",

rostro pálid

"Hubo un atentado. Su coche

e estaba

gué, la enorme casa se sintió v

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