No te pierdas mi 'disculpa'
eló en el aire. La sonrisa burlona de Marco se desvaneció, reemplazada por una expresión de incredulidad atónita. Sus ojos, abiertos y de repente hostiles, se clavaron en
mbio de atmósfera, me dio un
rco, ella es Eli, nuestra
isa forzada y profesional
onrisa condescendiente extendié
a, vaya. Mira lo q
una dulzura venenosa, como
i, estabas... ocupada. ¿Huye
is uñas clavándose en mis palmas. Me obligué a mantene
oches, Sa
raicionar la agitación
er servirle
brillo depredador. El juicio tácito, la flagrante objetivación, me erizó la piel. ¿Era esta la petición "poco convencion
tensión incómoda, s
eñor Cienfuegos que la se
ncioso de lo mucho que estaba en juego, y luego se retir
largo sorbo de su champán-. Querida, c
do las piernas, su
ela de arte de La Ibero para ganarse la vida estos días? ¿O
stallar, gritarles, recordarles las mentiras que habían difundido, las vidas que habí
plana, desprovista de emoción-. ¿Hay algo
e habló, su voz
arrojando pintura a la obra maestra de Sofía.
onido áspero
ardiente en mi estómago. Había sido imprudente, estúpido, autodestructivo. Pero en ese moment
rada inquebrantable-. Esta noche, es
ia-. Pero, ¿dónde está la atracción principal? Damián Cienfuegos. Nos dijeron
a para un efe
gusten las mujeres
alculado, diseñado para quebrarme, para restregarme la cara en el lodo. Las huellas
rol que tenía se me escapaba, una voz
alora el talento y la resiliencia, sin i
Su cabello oscuro estaba impecablemente peinado, sus ojos de un azul penetrante que parecían ver a través de mí. Llevaba un traje perfectamente entallado, exudand
indescifrable pasó entre nosotros. No era lástima. No
iato, sus sonrisas condescendientes
de repente dulce y aduladora-. Estábamos a
unca dejando los míos por más de un segundo. Se movía co
on un filo que hizo que Sara se estremeciera-. Eli
de mis tacones. Extendió la mano, sus dedos trazando suavemente la tela esmeral
bien, Eli. Resalta
pero se sintió como una corriente eléctrica. Mi corazón martilleaba con
voz un poco temblorosa-. Estoy list
na pequeña sonrisa de compli
, deshagámonos del ruido
onrisa desvaneciéndose, reemplazad
o que su tiempo aquí ha concluido. M
de Sara
fuimos invitados! ¡Nos dij
a-. Y tengo poca tolerancia a las situaciones desagradables.
uardias de seguridad aparecieron i
ro Damián lo interrumpió c
nte de cada establecimiento en el que tengo partici
moción y furia, sabían que estaban superados. Se apresuraron a recoger sus per
a Damián Cienfuegos y a mí. El silencio que siguió fue pesado, pe
mí, sus ojos a
eguntó, su voz más sua
acababa de suceder. Me había defendido. Se habí
en, señor Cienf
bar, sirviénd
onmigo, Eli. Sé quién eres. Y sé quiénes son
da, su mirada fija en el
gracia. O, quizás -se volvió hacia mí, un brillo e
algo en mí más allá de la reputación arruinada, más allá del desprecio público. Vio resili
amián, su voz baja-. Pero parece que el universo tenía otros pl
o hacia la l
lia Valdés. Una indemniza
demnización. ¿Cómo? Mi mente corría, tratando de armar el rompecabezas. Est
unté, mi voz apenas po
lenta y cautivadora
cialmente cuando alguien intrigante p
su bebida, su mirad
toria, Elena Orozco? ¿O vas a seg
me expuesta, vulnerable. Pero también había una extraña sensación de alivio, la sensación de que quizás, solo quizá
dolorosa, demasiado humillante para revivirla. Pero al mirar a Damián Cienfuegos, sentí un impulso inexplicable de cont