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Vendida, Inculpada, Ahora está libre

Vendida, Inculpada, Ahora está libre

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2106    |    Actualizado en: 24/12/2025

lejandro, y mi hermanastra, Bárbara, me drogaron y

o y pasé los siguientes tres años en e

ana para recuperar la casona de mi familia en Polanco. Pero Alejandro me e

con Bárbara por los crímenes que ella cometió. Cuan

donadas a la "Fundación F

ma. Se llevó la última pieza tangible de mis

mi mundo hecho pedazos, busqué a tientas mi celu

voz rota-. Por favor. Neces

ítu

í e

murmullo bajo y peligroso que alguna vez habría enviado escalofríos de emoción por mi espalda. Ahor

ba, todavía inestable por mi última pelea. Lo miré a los ojos, una mirada dura

? -gruñó, apretando más fuerte. Sus dedos se clavaron en

la que no sabía que poseía hace tres años-. Siempr

. Me lastimaba, luego su conciencia lo picaba, solo un poco. Inte

casi genuina-. Esta... esta no eres tú. Podemos arregl

heló. Bárbara.

stir? -Mi risa fue dura, quebradiza-. ¿O por

se endurec

rió mi ropa rasgada, mi cara amoratada, la arena sucia y manchada de sangre que nos rodeaba. Sus palabras eran un látigo, azotando mis heridas ya en

el todo. Mi padre. Mi casona. Mi legado. Apreté los puños, el impulso de atacarlo era

furia que luchaba por mantener enjaulada. Inten

s lo bien que estábamos? Antes de todo este desmadre. Antes de que lo tiraras todo por la

n anillo de diamantes en mi dedo. Hace tres años, él era mi prometido, mi tutor, e

, el mundo disolviéndose en una neblina. Luego, el bloque de subastas. Mi cuerpo, exhibido como un premio. Los rostros lascivos. La enfermiza comprensión de que Alejandro, mi Alejandro, estaba al

n me había

ía llevado a prender fuego a ese lugar maldito. Las sirenas de la policía, las esposas, los titulares que me tildaban de "la herede

aídos por la conmoción. Sus ojos me recorrieron, hambrientos y despectivos. La v

ser ridiculizado, incluso indirectamente.

audible por encima del creciente murmullo-. Solo ven con

razón por la que seguía aquí, luchando en estos pozos olvidados de Dios. Necesi

a el siguiente combate. Una figura descomunal, el doble de mi tamaño, flexionaba sus músculos,

e peinado y su ropa de diseñador un crudo contraste con la mugre y el sudor de la arena.

posó en mí, una sonrisa burlona jugando en las comisuras de sus labios antes de torcer su rostro en un gesto

ro, bajando la voz, aun

a a la emoción. Al dinero. No le

árbara a mí, su exp

jar el pasado atrás. Todo lo que tienes que hacer es disculparte públic

la vida que me robó, la reputación que arruinó, los años e

alió de mis labios

dro brillaron con

Esta es tu oportunidad.

estia. Él era un monstruo, pero yo era una sobreviviente. La cason

o agudo y tintineante qu

iere pelear, que pelee. Ya hice mi apuesta. -Sus ojos brillaron con un placer

a en su mandíbula. Miró de Bárbara a mí, y luego de nuevo

peligrosamente baja-,

, ni por el infierno que me hiciste pasar -dije, mi voz el

ntorsionó, una

la arena-. ¡Que pelee! ¿Quiere ser un

s nudillos. Mi corazón latía con fuerza, un tambor frenético contra mis cos

reja. Mi entrenamiento se activó, años de peleas en la cárcel y luchas clandestinas. Me moví, una sombra, esquivando sus poderosos golpes, lanz

se volvió borrosa. Siguió con una patada viciosa a mi estómago, doblándome en dos. El dolor explotó en m

ijos en mi cuerpo sangrante, contenían un destello de algo que no pude descifrar. ¿M

mor de Dios, solo ríndete!

de sangre, nega

lia. Mis padres. No dejaría q

rtó el aire. La pelea había terminado. Alejandro, con el rostro ceniciento, había tirado la toalla. E

Bárbara desde la barrera-. ¡Podr

ba. Me aparté de un respingo, mi cuerpo gritando en protesta. El último y frágil hilo de esperanza, de cualqu

zné, mi voz apenas audible-

de una mirada desesperada y supli

surró, su voz quebrán

onido áspero

? Tú eres el qu

el ring. Me dolía el cuerpo, cada músculo gritaba en protesta, pero tenía qu

rás de mí, pero seguí camina

as puertas batientes, una voz, amplifica

, se enorgullece en anunciar la venta de la histórica casona de la familia De la

sión se nubló, el mundo se inclinó sobre su eje. No solo me quitó mi dinero; me

e bajo mi cuerpo. Lágrimas, calientes e incontrolables, corrían por mi rostro

e quedaba. Una tarjeta de presentación descolorida, guardada durante años. Br

el sudor, finalmente marcaron el númer

rota y quebrada-, por favor. Ne

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