El juego de amor más cruel de mi guardián
ista de Al
lo el pitido rítmico de las máquinas y la ocasional pregunta educada de una enfermera. Fue una confirmación cruda y
l acero se sentían más pesados, más fríos que nunca. Al abrir la puerta principal, una cacofonía de risa
vimientos juguetones e íntimos. Cris sostenía un adorno brillante, riendo, mientras Ricardo ajustaba una serie de luces de ha
e inaudible. Quería dar la vuelta, corre
tuvo, su brillante so
dónde te fuiste, linda? Ape
ía forzada, eran una indirecta apenas ve
ar lo del hospital, la fiebre, la soledad aplastante. ¿Cuál era el p
eparó de Cris. Caminó hacia mí, un
de disculpa-. Te traje algo. Por tu cumpleaños.
zando los suyos, un contacto fugaz que envió un extraño escalofrío por mi brazo. Era un delicado collar de plata, intrincado y hermoso. Era algo que Cris usaría
educada. Apreté la caja, un dolor hueco extendién
la soledad del cuarto de huéspedes, por un m
ó de mi hombro, aterrizando con un suave golpe. El contacto repentino me hizo estremecer, una sacudida de
estado? -Su mirada se posó en mi mano, donde las marcas de la aguja del su
de mi muñeca suavemente, pero él se mantuvo firme. Encontré su mira
na, casi monótona-. Tuve fiebre, me desmayé
desprovistas de autoc
parecido a la preocupación en sus ojos. Un destello
e? ¿O a Cris? -Su voz tenía un toque
aboteado mis llamadas. La revelación fue una verdad fría y dura. Ella había h
ncendiéndose-. Te llamé. Repetidamente. Al menos una docena de veces. Pero t
rviosamente, se adelantó rápidamen
ó decírtelo. Pensé que querrías estar completamente desconectado mientras estábamos fuera. Ya sabes, un verdadero es
de vuelta a Cris. Suspiró, un can
mensaje de texto. O un correo electrónico. Mi teléfono a
ión de la endeble excusa de Cris una clara
gió creerle a ella. Siempre a ella. No dije nada, simplemente asentí, m
lo necesitaba estar sola. Necesitaba escapar del peso sofocant
estaba en la puerta, su silueta enmarcada contra la cálida luz del pasillo. Se veía.
tual-. No se dio cuenta de que su teléfono bloquearía t
in humor s
al, creyendo que no tenía a nadie? ¿O por asegurarse de que no te molestara un "problema
mejilla. Sus ojos, generalmente indescifrables, a
a. Está genuin
cupada de que su pequeña farsa fuera expuesta? -Observé
l cabello oscuro, una
ión. Pensó que me estaba ayudando a "desconectar
ez justificaba sus acciones.
taba ofreciendo una razón, una defensa, por algo que había salido mal. Era una pizc
lo de agitación se endur
ctamente a lo que me refería con "madurar
ro de mí finalmente se entumeció. Nunca me vería. Nunca entendería. Siempre torcería mi dolor en inmadurez, mi necesidad en depe
voz plana, hueca-. Y no estoy haciendo todo
entumecido. Los últimos restos de mi amor por él, la desesperación, el anhelo, se disolvieron lentamente en un vacío s
en sus ojos. Claramente no me creía, no en
... iba a ofrecerte llevarte a ese pequeño café que siempre te gustó, el
ía, se agitó dentro de mí. Estaba ofreciendo un fantasma de un gesto, u
ien. Y no soy desagradecida, Ricardo. Simplemente..
ira luchando con algo más, alg
abras eran una acusación, una amenaz
risa tocando mis labios-. No lo neces
iberarme. C
iba a casa, optando en cambio por largas noches en el dormitorio de mi amiga, alegando grupos de estudio o investigación nocturna. Cuanto menos los veía, más fácil era respirar, mantener la frágil paz que había encontrado en
aseguradas, mi aceptación en el Tec confirmada. Mi plan de escape estaba en marcha. Era hora. Hora de decir a
ansando en el nuevo sofá color crema, un cuaderno de bocetos en su regazo. Ricardo se había ido. Mis h
ecerrándose. Su sonrisa, generalment
stoy ocupada. -Su voz era aguda, cortante. Tod
la ma
, dándome la vuelta para irme
de un salto, agarrándome del brazo,
por la rabia-. Sigues aferrándote, ¿verdad? ¿Después de todo? ¿De verdad crees que alguna vez te elegiría a ti? ¿Una niñita rota que ni siquiera
umecimiento
aburrida-. Parece que he sobreestimado su decoro. Pens
, el sonido del regreso de Ricardo. El rostro de Cris cambió instantáneamente. Sus ojos se llenaron de lágrimas, sus labios temblaron, y lue
tinas y teatrales, agarrándose el brazo-. ¡Me atacó! ¡A
shock e ira. Dejó caer el maletín con un golpe sordo, corriendo al lado de Cr
Miró el brazo de Cris, luego de vuelta a mí, su mirada endureciéndo
final de su cruel obra. Encontré su mirada, mis ojos bri
a deshacerte de mí? Porque si lo es, entonces bien. Genial. Tú ganas. -Extendí mis manos, un gesto de rendición y desafío-. Ah