El juego de amor más cruel de mi guardián
ista de Al
erando en secreto que me agarrara del brazo, me dijera que estaba siendo tonta, que pertenecía aquí con él. Nunca lo hizo. Simplemente asentía, su expresión indescifrable, y de
Valdés, mi corazón no dolía por que él me detuviera. Dolía por escapar. No esperaba
ó por un largo momento, su mi
misma. Y a veces, la elección más difícil es la que te libera. -Se subió las gafas por la nariz-. El programa del Tec es muy competitivo. Necesitarí
en los ojos, pero las contuve fe
i voz espesa por la emoción-. S
oz e inquebrantable,
. Creía que si me mantenía lo suficientemente ocupada, si trabajaba lo suficientemente duro, el dolor abrasador en mi pecho se atenuaría, el vacío se l
í la puerta del cuarto de huéspedes -mi nuevo cuarto- y me congelé. Ricardo estaba allí, sentado en el bord
n destello no deseado de la vieja esperanza. Apreté mi mo
e, mi voz pla
o relicario de plata. Mi relicario. El que tenía la foto de mi padre adentro, que me había dado
uave de lo que esperaba-. Estaba e
bolo del amor que había perdido, el amor que Ricardo había reemplazado. Lo sostenía con tanta delicadeza, casi
frialdad que me había mostrado durante meses. Sus acciones eran un conf
silencio. Su voz
huir, causar problemas... no es
ición subyacente de que simplemente estaba "enoja
n recuerdo precioso. Era un ciclo que conocía demasiado bien: su leve preocupación, mi aferramiento desesperado, s
asa humeante, ocasionalmente avivada por una ráfaga cruel de viento, solo para ser extinguida de nuevo. El pes
rme, desprovista de la emoción que rugía de
Ya no estaba enojada; sim
cuando no encajaba en sus pulcras cajitas de emoción. Sacó una invitación ornamentada d
anual la próxima semana. Es un event
den, entregada con la autoridad
bra una rendición silenciosa. No te
ligeramente-, no hagas una escena. Cris
en el aire. Su prioridad, como siempre,
mi pecho se intensifi
mas, R
es de que pudiera detener
largo y agonizante. No dijo nada. Pero en sus ojos, en el sutil endurecimiento de su mandí
a tradición silenciosa. Pero una bolsa de diseñador, rebosante de los materiales de arte de Cris, estaba allí, una
e, su cabello rojo capt
labios-. Ese asiento es mío ahora, cariño. Ricardo dice que me ma
rando sistemáticamente de cada rincón de su vida. Incluso el asiento del copiloto
s fáciles, la mano de Cris a menudo descansando en el brazo de Ricardo. Discutieron sobre arte, leyes, sus planes para el fin de semana. Escuché, mi prese
nversaciones susurradas y el tintineo de las copas de champán. Cris, deslum
asi violento de colores, que representaba el rostro de una mujer, devastado por las lágrimas, sus ojos abier
re la naturaleza sofocante de un amor que nunca puede ser correspondido, la agonía de anhelar a alguien que te ve
bía. Había visto a través de mí, a través de mi corazón ro
o.
éndose hacia Ricardo con una sonrisa deslumbrante-. E
ón en blanco. Luego, habló, su voz cor
biertas de afecto no correspondido... fastidiosas.
eccionando mi alma, mi dolor más profundo, y considerándolo inmaduro. Cris había pintado mi desamor, y Ricardo l
tables. No podía respirar. Tenía que salir. Me di la vuelta
de falsa preocupación, me siguió-. Te ves un
forzando una sonris
ura profundidad emocional -dije, el sarcasmo lo sufi
io sua
ra, después de todo. -Dio un paso más cerca, su voz bajando a un susur
omo estuvimos a unos pasos de Ricardo. Sus ojos se en
de aferrarte a él. Se acabó. Él me eligió a mí. Y siempre lo hará. -Su voz era un silbido bajo y pe