El diario de una husmeadora
ar los demás, aquel amigo fiel y silencioso que contiene tus secretos. Donde guardas tus problemas, tus dudas y tus
como no existe tal persona en el mundo he venido a ti. Admito que mis problemas no son la gran cosa, no todos tenemos el honor de
tiré más cómoda conmigo misma ¿Por qué? No lo sé, tal vez así me sienta menos yo. Ni siquiera sé lo que estoy buscan
de ac
más, emp
sado por la mayor
frente al Crus
o de la calle-, observando cómo leía un libro. Siempre estaba tan inmerso en su lectura matutina que ni siquiera sentía mi impasible y perturbadora mirada a menos
vaba a
, a lo que
tan cómoda y agradable po
í hab
Mi cabello había hecho tregua el día de hoy y había decidió estar bien organizado.
cluso moví mis caderas un poco intentando imitar alguna comedia romántica que había visto en una aburrida tarde, pero ni siquiera levantó la vista en mi
largo. Mi osadía no era la suficien
alle y sentarme de nuevo derrotada. Compré un chocolate en la cafetería de la esquina, el mismo que él com
es, al
venir, sentarte conmigo y hablar sobre cual
me s
e en mis manos, no lo encontré por ningún lado. Parecía ha
ntalmente- ¿Cuánto me
lor desesperante- y me dirigí a su casa negándome a perderl
intenso poco antes del anochecer. Me detenía a pensarlo y de seguro un zafiro envidiaría el hermoso color de sus ojos. Pero por supuesto no me quiero d
osible contárselo a alguien más. Ya sabe
so. Me preguntaba qué se encontraba haciendo aquel chico misterioso; si observab
ir tras su ve
ndría que escalar unos cuantos ladr
a hacer algo que jamás había pasado por mi mente: Corrí hacia la casa de mi Crush a prisa
. Lo encontré leyendo, ¡Lo sabía! Ni siquiera tenía un televisor en su habitación, y esta parecía tan enigmática como él. Me percaté de que giró su cab
tan cálida y fuer
ipios de la hipotermia, o tal vez esta
ro, no sabía cuánto tiempo había transcurrido hasta que me decidí hacer
a su cama a dormir como un koala. Aunque no dormía en mi dirección podía i
soy una jod
iera tan siquiera prevenirlo me caí en un fuerte golpe sobre el suelo de su ja
en cuenta de que tal vez había hecho mucho rui
ie
oger aquel desastre con una vaga idea de que podía arreglarse, empecé a unir las piezas de
undos, empecé a des
tierra, mis manos se hallaban manchadas, mi pantalón
un de
is ideas me pasó por la mente en un segundo al escucharlo
dedicado una palabra a mí, podía
sitas
Amor pl
y especial, y entre tanto,