Neblina: Año Cero
ven muchacho de 16 años se levanta como siempre, él no es como los demás, él puede ver lo que los demás niegan cada día, él ve lo podrido de su mundo. Se levanta para ir a la
enía solo tres años y medio, no podía recordar como era su rostro y apenas recordaba su voz, no sabía casi nada de su padre o cómo fue su vida con su mad
solo provocaba que el índice de delitos en todo el país aumentara con cada día que pasaba, sobre todo en los estados pequeños, él vivía en uno de esos estados por lo que ya era algo normal escuchar de asesinatos, violaciones, robos, crímenes racistas u homofóbicos, pedofilia, tráfico humano y una lista que solo seguía en aumento. Washington D.C. estaba podrido y el resto del país no estaba mejor, tal era la situación que muchas personas se fueron con algunos familiares que tenían en el extranjero, pero el mundo era un sitio aún p
casado; entre otros más insultos eran los que se escuchaban todos los días en sus clases ¿Por qué? ¿Por qué siempre tenían que molestarlo solo por ser diferente? Nunca supo por qué lo hacían, pero con el tiempo había conseguido acostumbrarse a los insultos que salían de la boca de todos aquellos ignorantes. Su canción favorita era una que hablaba de la soledad, se sentía identificado con ella, a veces incluso sentía que la canción hablaba de él, su vida era muy solitaria, casi no tenía amigos y l
aba un mal presentimiento, pero no sabía que era; entonces
la,
sta con algo d
ro algo me da mala espina
bién? – Pregunta
que veo no somos los únicos – Dice mientras v
ta John mientras trata de aver
callado de lo normal? – Preguntó Mike mi
ta sin decoración, se la pasaban gritando, jugando, y demás cosas que sus compañeros hacían para matar el rato, y para quedarse sordos en el proceso,
otaras – Dijo John finalm
vado aprendes ciertas cosas – Respon
re las mejores notas, hasta donde John sabía su nota más baja había sido una B+, pero la
tranquilo y no tendré a ese idiota de Wilson molestándo
ema tiene contigo? – Preg
de mierda – Respon
está todo, creo que hasta me asusta –
Responde John, también
n el estómago que lo tenía con los nervios a flor de piel, pero no era el único, Jessica, la chica que lo tenía en las nubes, se frotaba las sienes y la frente como si tuviera una fuerte migraña, y Mike no paraba de rascarse los brazos como si de pronto una colonia de hormigas estuvieran caminándole encima, hasta estaba usando un lápiz para rascarse, de pron
se sentaba – Están más nerviosos que mi papá cuando se to
John fríamente – Hasta m
co más de energía – Wilson y su pandilla de
ue le pasa a todos – C
a Jessica ¿no?
e John mientras su
qué solo nos afecta a los estudia
ecir? – Pregunta
ponde Mike con seriedad – Actuaban de forma
y luego le da un golpe suave detrás de la cabeza – Son "adultos", ellos siempre están
iejo, pero pa
ra terminar alguien se
más estúpidos? – Dijo la figura mien
Wilson! – L
Responde Wilson burlándose, mientras unas
a John con ira mientras se par
ienes las pelotas para hacerlo – Res
star? – Contes
pudiera lanzar el primer golp
COR
LA MALDIT
ENNOS
e salir del edificio, se notaba la desesperación en sus rostros, pero ¿Por qué estaban desesperados? ¿Qué estaba pasando?
JES
ponde Jessica con mied
ación, no se dio cuenta de que había
estaba cubierta por una gran nube de color purpura que se dirigía hacia su escuela, cuando John volvió a mirar la cara de Jessica vio una lágrima deslizándose por su mejilla refl
AN LA
tudiantes desesperados. Mientras que la niebla devoraba todo a su paso, no se detenía, era como un tsunami que arrasaba con todo en su camino y no parecía querer frenar. John se dese
puertas de aquel edificio eran de metal y los maestros por alguna razón estaban bloqueando la salida y no decían nada, se mantenían callados y solo emitían gemidos de esfuerzo mientras em
NSE A U
salieron corriendo en una estampida desenfrenada buscando escapar de aquella nube purpura, pero ya era muy tarde. La nube se posó sobre todos en esa calle, maestros, transeúntes, niños, estudiantes, de pronto todos los muchachos comenzaron a toser, algunos hasta vomitaron, los jóvenes se quedaban sin aire, tosían y el aire no llagaba a sus pulmones, cuando algo más comenzó a suceder, gritos, los gritos invadían toda la calle, el dolor, era el dolor de los cuerpos que se retorcían y se quedaban sin aire, John cayó de rodillas al suelo, agarrándose la garganta tosiendo, buscaba el aire que tanto le faltaba, pero era inútil, no había