La Última Guerra
ol
ron hundiendo la paz que se buscó por tantos años, y cuando se logró atisbar un momento de paz, una pequeña luz de esperanza, aunque fuese falsa, que anunciaba el fin, afloró el sentimiento que fue el principio y el fin. Orgullo. Y eso fue todo. Los grillos que arrullaban en la noche ya no cantaron, un silencio que anunciab
de remediarlo, pero ya era tarde, la tierra moría lentamente
da servía llorar, dos propuestas se pusieron sobre la mesa. Cada una tan imposible como la otra, tan diferentes, tan
decisión. Los pocos vestigios que quedaron de la pobre y agobiada humanidad decidieron dividirse en dos. Rifados en un sorteo que separó familias enteras
iraba en el aire esperando a
no trabajando por el bien común, hasta después de dieciocho meses de arduo trabajo.
el miedo a la inminente evolución se construyó una enorme ciudad a groso modo, apodada la ciudad de Oz, la ciudad d
s; cada una suspendida en distintas partes de uno de los cañones más grandes del mundo. Lo único que las unía a la tierra eran cientos de millones de alambres sujetos a las paredes. Cada una tenía lo suficiente para prod
diós, el día en que cielo y tierra