Ódiame hasta que me ames
Di
a a sonar en la radio «Whole Lotta Love», el más recien
tada en el asiento trasero del auto, mientras Adrián va al volante y yo de copiloto. Sin embargo, como ya
ponsable de nosotros, pero tampoco puede evitar sonreír ante el disparatado comportamiento de Pía. Él siempre ha sido como nuestro hermano mayor, aunque solo nos
Adrián la mira con desaprobación a t
eclama él-. Apaga eso,
rlo. Ofender a su «bebé» puede herir profundamente los sentimientos de mi mejor amigo. Además, este es el único medio de transporte que te
idiota! -se defiende Pía-. ¿
bes que aquí dentro está prohibido.
uno. Además, ¡este pedazo de m
o absoluto. Siempre dice lo primero que se le viene a
cir? -chilla Adriá
ste! Dije la ve
ntervenir-. ¡Ni se
e no los llevará a ningún sitio, para variar, y su pelea durará todo el r
so, Pía -le di
-excla
su actitud. ¿Cómo puede ser tan testaruda como una niña ma
go arroja el cigarrillo p
ego suelta un bufido y cruza dramáticamente los brazos sobre su pech
con algo de picardía-. ¿Cómo mismo
r a reír. Ambos sabemos que ese es un tema sensible para Pía y amamos molestarla
mos! -se defiende ella-. Ya verán
tre risas-, y es aún mejor l
pta por defenderlo y negarlo todo, como si eso fuera posible después de la primera vez que lo llevó a su casa y a él se le ocurrió darle a la madre de
. Ya no serán los padri
ngustia y sin parar de reír-. ¡Y yo que ya comencé
la rubia y le saca la lengua. Él l
regunto en tono de burla-. ¿O es que piensas llevarlo secues
mueca de desagrado-. Mi Luke es
licia. Luego me volteo hacia Adrián y agrego-: Dios Santo, Adrián, en
eímos a carcajadas. Está muy irritada-
ha sido suficiente por esta vez. Tengo que bajarme
omprensible que les extrañe, jam
mirando afuera-. Pero si faltan va
a la biblioteca para pedir p
e el verdadero motivo
dotes de actriz-. ¿Es para el proyecto
ento con la cabeza-
unta Adrián con desconcierto-. No s
muy viejos -trato de improvisar para conve
por un momento y aparca el auto para dejarme sa
esperen. Puedo
en poco tiempo oscurecerá. Podemos ir cont
déjala, «papá», está mayor
asiento delantero y luego me lanza
e-, nos vemos
Adrián. Su rostro denota su preocupación. Sonrío
Hasta mañana, chicos. No se ase
ta que ya estoy fuera de su campo de visión. Creo que el ruido del motor puede escucharse en las
lta, tampoco me gusta demasiado andar sola por el área cercana al puerto. Sin embargo, solo será un pequeño recorrido antes de volver a casa, y tengo un muy bue
ales ahí, y yo confío en el buen gusto de Pía, aunque su romance con el peculiar Luke me está causando algunas dudas últimamente. Ya no me queda muy claro a qué se
a punto de graduarme de la universidad y siguen tratándome como a una niña pequeña. Si mi madre ve que dan mucho más de las seis sin que haya llegado a casa,
nde el inmenso mar, y a esa hora las olas comienzan a agitarse y chocan contra la costa. El olor a sal y a arena siempre me ha agradado mucho, desde que era muy pequeña.
jas y entrando los estantes. Quizás debí dejarlo para otro día en el que no terminara
ran cosa que pintaba en su descripción. Atravieso la puerta de cristal y una campanita avisa
to en las películas, como cámaras fotográficas muy antiguas y pequeños adornos que pare
on la armadura hecha de brillantes piedras de color verde. Casi puedo visualizarlo sobre su escritorio, alegrando la sobria decoración d
ón de la tienda de antigüedades. Venden mariscos, al parecer, y no puedo evitar pensar en lo mucho que le gustan los camarones a mi mejor amigo. Si compro
rlos. Ya no hay muchos clientes, solo un hombre de mediana edad que discute el precio de unos ostiones con uno de los vendedores, y yo. Aunque el olor a pescado me desagrada bastante, debo espe
causa un escalofrío. Suelto un bufido y me acaricio la nuc
tienda, vestidos de negro y con pañuelos atados en la parte inferior de sus rostros para ocultar sus
sente en ningún tipo de asalto o delito. Pero algo se enciende de repente dentro de mi cabe
ntras el otro cae desplomado en el suelo. No necesito mirarlo para saber que está muerto.
no hay escapatoria.
dos por todo el lugar. Me lastimo una mano mientras ando a gatas, pero esa es la menor de mis preocupaciones. El otro client
an joven. No puedo ser la próxima, a
a cabeza, que tiñe de rojo los cristales rotos del armario tras él y los pocos paquetes de ostiones que quedaban dentro. Ahogo un grito c
provenientes desde afuera. Los asaltantes no tienen mucho tiempo antes de que
nder; es otro idioma. Sin embargo, no me toma mucho tiempo adivinar el mensaje. Veo de reojo que uno de ellos comie
retendido. Todo mi cuerpo se estremece. Estoy aterrada y
oche. No habrá más clases, ni música, ni películas, ni fiestas. No habrá más momentos felices con mis amigos y mi familia. Nad
a mo
o profundo y cierro con fuerza los ojos. Algunas lágrimas me mojan las mejillas. Este será mi final, y solo puedo pensar en el dolor de
otros dos enmascarados en el mismo idioma
te figura que tengo delante. Si va a matarme, se llevará consigo el recuerdo de mi última mirada de miedo y de odio. Au
te atraviesa su ceja izquierda. Más abajo están sus vibrantes ojos grises, que semejan un cielo nublado. Son l
ero no desvío la mirada, aunque mi corazón late tan ráp
nces
arrador me invade el pecho y se me corta la respiración. Y eso es todo. Mis p
a finita in fretta: No tenemos mucho