Eso que llamamos casualidades
tico como podía serlo, me a
me enfrentaron entrecerrándose. De haber sido inteligente, yo habría retrocedido. Pero, ah, mier
o s
uña roja, decorada con pie
o una recojelatas y todo eso? -Ni siquiera me dio
i, bebé,
¡
lográ
emás de rentas atrasadas, facturas y porquería l
o, ¿dónde mierda estaba el «por siempre juntos» que me prometió cuando todo estaba bien, cuando yo aún era el baterista y líder de Asesino Nocturno, la banda de black meta
mente les doliera, empiezan con las lágrimas falsas y ese discurso cutre de «n
ndolo los ú
s años que no logras nada, Adrián, ¡tres-años! No un mes ni dos, ¡tr
mientras que ella no hacía nada en absoluto para ayudarme. Hey, no digo que se prostituyera, pero ¿tanto le cost
briento y necesitaba café. Está bien, algo más que café, como una botella de whisky o un poco
toy lográndolo, en serio. Voy a ir a una entrevist
te en mí-. Estoy harta, ¿entiendes? ¡Har-ta! Ya no te
sado. Gabriela conocía todos mis vicios, pero siempre me mostré fuerte para ella. Como el Rambo rockero que no lloraba, jamás. Yo era su Batman o un
cio y aun así estúpidam
Tonto,
por f
evisando su teléfono (en el que por cierto se me fue todo mi último sueldo) y una lenta sonrisa se trazó en sus labios. Uh-oh.
odida bomba que
Te acuerdas de Jesse?
onrisa de anuncio y mirada arrogante. Jodido hijo de puta. Nunca me agradó. «Pero a ella sí». El pensamiento me atravesó como una bala y el dolor vino d
ierno y su novia lo abandonaba . Qué bon
nor
hay con ese nombre? Jeeesseeee, Jeeeeeesseeeee. Es
s? Por eso m
maron, llenándose de lágrimas. Maldición, no pod
má
no debía, como un niño abandonado en medio de la calle. Gabrie
l Adrián del pasado. Sangriento nu
n tristemente, no era el baterista que una vez fue famoso; si
di
ab
garganta, así como lo